Eduardo Caccia / Otro consumo

AutorEduardo Caccia

Los seres humanos somos consumidores por definición. Desde el aire que respiramos hasta la tecnología sofisticada que se vuelve parte de nuestra cotidianidad, hacemos un consumo de los recursos a nuestro alcance. Ahora que se glorifica una forma de consumo, el comercial, con iniciativas como El Buen Fin, conviene mirar hacia otros ángulos del consumo, aquellos en donde hacemos nuestro algo, no necesariamente a través de una operación comercial, sí mediante un intercambio, en el que el objeto apropiado se integra a nuestro bagaje.

Cuando capturas una imagen (por ejemplo), posees un nuevo objeto, representativo de un lugar o de personas, que no son tuyos, aunque de quienes ya poses algo, ese momento irrepetible en que apretaste el botón de la cámara. Nuestra sociedad es predominantemente consumidora de imágenes. La proliferación de las cámaras, integradas a los teléfonos inteligentes, ha multiplicado la visión del mundo y a los fotógrafos. Susan Sontag lo vio venir con admirable precisión en Sobre la fotografía, escrito a principios de los años setenta, muy lejos aún de la era digital contemporánea: "La necesidad de tener la realidad confirmada y la experiencia mejorada es un consumismo estético al que todos ahora somos adictos. Las sociedades industriales convierten a sus ciudadanos en adictos a la imagen...".

No hay día en que no consumamos imágenes. ¿Qué sería de los llamados "influencers" sin la posibilidad de compartir fotografías y videos? Quedarían a merced de las palabras como único recurso, la mayoría naufragaría en las turbulentas aguas de la sintaxis. El consumo moderno no se concibe sin la imagen. Sontag develó un lado no grato de la captura de imágenes: "Fotografiar a las personas es violarlas, al verlas como nunca se ven a sí mismas (...) convierte a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente. Así como la cámara es una sublimación de la pistola, fotografiar a alguien es un asesinato subliminal, un asesinato suave, propio de una era triste y aterradora".

Existe, sin embargo, un lado que redime la agresión fotográfica, la historia, el contexto que cuenta la imagen. Recientemente descubrí una foto espectacular, tomada en 1978, que le cambió la vida al autor y a los individuos fotografiados. Víctor Dell'Aquila es un argentino que toda su vida ha enloquecido por el futbol (quizá mi precisión sea un...

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