Eduardo Caccia / Biopsia de una pared

AutorEduardo Caccia

Bajo el seductor nombre de W|ALLS, defend, divide and the divine, el recinto cultural dedicado a la fotografía, The Annenberg Space for Photography en Los Ángeles, ha montado una exhibición temporal que explora un concepto tan antiguo como la civilización: nuestra forma de crear barreras, reales y simbólicas, a través del tiempo. A 30 años de la caída del Muro de Berlín y la tozudez de Trump por construir un muro divisorio, la reflexión es oportuna.

La revelación me llegó por Agustín, además de amigo y colega, sabueso de superficies. De él tomé un gusto ocioso que ha refinado mi vista sobre casi cualquier cosa: detectar y fotografiar fragmentos de paredes o espacios que están ahí, a los ojos de todos, y a la vez ocultan un ángulo que, visto en la fotografía final, parece una obra de arte diseñada por un talentoso manipulador de texturas y colores. No hay tal. El secreto es el encuadre, la discriminación intencional de lo que ha de quedar fuera del rango visual, la composición que juega deliberadamente con lo que ofrece una pared, generalmente invisible ante la cotidianidad de la vida. Detectar y fotografiar paredes es adictivo, no extraña que Agustín le llame "Wall Candy".

Así como en las paredes de una cueva rastreamos pistas de un pasado, las paredes de una ciudad son como una piel con información para quien sabe observar, y por qué no, escuchar un diálogo a través del tiempo. Las paredes dicen mucho de nosotros, su altura, composición y grosor, son sintomáticos del poder que se oculta del otro lado, también del miedo y el tamaño del enemigo. Algunas, milenarias, subsisten al paso de los siglos, a veces en forma de muralla kilométrica para dividir países o ciudades, a veces como ícono de culto para expresar veneración y lamentos, de un lado, simple separación del otro. Desde los muros más icónicos en la historia del ser humano hasta la inmediatez de tu barda con el vecino, las paredes siempre son una confesión, una declaración de creencias, dictan quién pertenece y quién queda marginado, ordenan trayectorias y regulan movimientos, forman comunidad o la fracturan. Sirven para hacer la paz o la guerra.

Declaro mi gusto por las paredes, físicas y simbólicas. No idealizo un mundo sin ellas, sí una convivencia armónica, gracias a ellas. Aprendo a interrogarles del mismo modo que un médico forense extrae a un cadáver sus razones escondidas o un...

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