Editorial

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A punto de concluir este 2011 resulta innegable dejar de notar la sinergia en la que hemos estado inmersos en los meses transcurridos. El mundo vive una situación económica sin precedentes, misma que se viene arrastrando desde hace un par de años, pero ha sido durante el segundo semestre de este ciclo que Europa ha experimentado una vertiginosa debacle y un elevado nivel de endeudamiento. Como se ha mencionado, estamos ante un temporal del que se afirma México está bien protegido, pues se dice que la situación de la deuda nacional no es para nada desorbitada como en el caso de otras naciones. La crisis ha pegado fuerte en el viejo mundo, y en estas latitudes sentimos poco a poco los efectos que se reflejan en las variaciones del tipo de cambio, como primer aviso y en las fluctuaciones de las bolsas, como segundo; mientras tanto, indignados salen a las calles y a los centros de negocios de las grandes capitales, este el tercer síntoma y quizá el más importante, pues se traduce en que los mensajes son unos, mientras la situación real para la gente es otra. ¿En qué punto converge nuestro país ante este escenario? Mientras las empresas continúan con sus jornadas cotidianas, la escena nacional se prepara para lo que se desarrollará en el 2012, el ambiente se torna más político que nunca, empiezan las especulaciones sobre quiénes serán los que finalmente...

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