Ecos de Viaje/ Viajes y desatinos

AutorAdalberto Ríos Szalay

Os Olvidasteis de la Butifarra

La comida tailandesa es sorprendente, lo mismo en los canales, donde venden legumbres y alimentos, que en casi cualquiera de sus restaurantes.

En una ocasión entré al restaurante del hotel donde me hospedaba en Bangkok, el cual era de un gusto exquisito, incluido el detalle de una joven tailandesa vestida de seda que en medio del salón tocaba un instrumento parecido a una arpa.

Allí había una increíble diversidad de platillos desconocidos para mí, presentados como obras de arte. Si a la vista resultaban atrayentes, los sabores lo eran aún más. Procuré servirme un poco de cada uno y lamenté no tener la capacidad para probarlos todos, pues la variedad de vegetales, frutas, salsas, especies, sabores fuertes o agridulces, resultaban en cada caso un deleite.

Cuando estaba en la mesa escuché que a mis espaldas un grupo de personas hablaba español y quedé atónito: se quejaban de la comida con una intolerancia sorprendente; el más molesto decía: "joder, esto es incomible, al menos ayer conseguí pasta y hoy jamón de York".

¿Dónde está el Profeta?

Tenía sólo unas horas para visitar Luxor, y por ello me incorporé en el clásico recorrido para turistas donde el guía avanzaba diciendo "y ahora a la derecha tal cosa... y a la izquierda esta otra". En algún momento, como siempre sucede en este tipo de paseos, nos llevó a una tienda donde nos explicó que había reproducciones de papiros y artesanías elaboradas por los pobladores de la región.

Una estadounidense estaba interesada en comprar alguna imagen de Alá, a lo cual el guía contestó que la religión musulmana les prohibía representar a Dios. La turista se disculpó diciendo: "Es verdad, lo había olvidado, hace tiempo no leo mi Biblia".

Tomar en Serio los Regalos de la Naturaleza

Viajé en un rompehielos chileno para conocer el Glaciar San Rafael. Cuando amanecí en la laguna del mismo nombre, vi una pared de hielo de 70 metros de altura que se había desplazado continuamente durante 20 mil años para llegar al sitio donde se encontraba esa mañana.

La mansedumbre del agua, con sus hielos azules surcada por cisnes de cuello negro, se cimbró de repente por el estruendo que precedía a la caída de témpanos...

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