Ecos de Viaje / Mitos que viajan de boca en boca

AutorAdalberto Ríos

La buena o mala fama de un lugar es motivo para viajar a él o dejar de hacerlo, por ello vale la pena indagar e informarse sobre la veracidad de tales reputaciones.

Tlaxcala, sólo de paso

Los abuelos pasaban de refilón a Tlaxcala cuando Veracruz era la playa socorrida por los habitantes del altiplano. Tlaxcala era casi sinónimo de un lugar dejado de la mano de Dios, erosionado, polvoso y sin futuro, a tal grado que un caricaturista, en el colmo del escarnio, proponía venderlo a Suiza.

El estado ha tenido la suerte de ligar una serie de buenos gobernantes que, encabezando el esfuerzo de los tlaxcaltecas, han logrado un sitio ejemplar por su trabajo productivo, seguridad, limpieza y recuperada belleza de su capital y poblaciones.

Visitarlo resulta un agasajo al recorrer, por ejemplo, algunos de los primeros edificios del México novohispano, sus arboladas plazas y paseos, el conjunto único de su plaza de toros, capilla abierta y la torre exenta del convento de San Francisco. Lo anterior, además de la ciudades prehispánicas de Cacaxtla y y la interminable relación de haciendas y conventos de los municipios tlaxcaltecas.

Monterrey, sólo para negocios

Monterrey en lo particular y Nuevo León en lo general tienen la injusta fama de ser territorios poco apetecibles para visitar y a los que uno viaja sólo por motivos de negocios.

La pujanza económica del estado es la razón de la mayoría de los viajes al lugar; sin embargo hay múltiples motivos para visitar Nuevo León, desde su cada día más potente capital, con hoteles, museos y restaurantes de primer mundo, a la belleza de sus poblados y paisajes que lo convierten en un estado líder en ecoturismo.

La infraestructura...

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