Ecos de viaje / Difuntos vistos con otros ojos

AutorAdalberto Ríos

Janitzio y Mixquic son sinónimos de Día de Muertos, su fama llega más allá de nuestras fronteras. Sin embargo, la maravilla de México es que sus expresiones culturales se dan a lo largo y ancho de todo el territorio con los felices acentos de la diversidad. Como ejemplo, hay que mencionar cómo se celebra este festejo en Ocotepec, Morelos y la manera en que ha dejado recuerdos entre amigos venidos desde muy lejos.

Un catalán bienvenido

Joaquim Corbera es un ejecutivo catalán de la editorial Lunwerg-Planeta interesado en la cultura latinoamericana. Por ello, hace tres años, me pidió visitar Janitzio o Mixquic un Día de Muertos. Yo le expliqué que sin bien esos dos sitios son muy famosos, en realidad en todo México suceden hechos interesantísimos y de gran raigambre.

Así que lo llevé a Ocotepec, Morelos. Ahí, le llamó la atención que en las calles del pueblo hubiera senderos con pétalos de cempasúchil, para identificar los hogares en los que se había instalado una "ofrenda nueva".

Cuando entramos a la primer casa lo noté inhibido y deseoso de pasar inadvertido. Inmediatamente le presenté a los dueños, quienes le dieron una calurosa bienvenida.

Le llamó la atención la participación de los niños, que actuaban de manera natural, sonrientes y ajenos a los visos truculentos, por ejemplo del Halloween, que se celebra en otras partes, en el que se ve a los muertos como motivadores del miedo. En la segunda casa se celebraba a un joven difunto. Joaquim se animó a preguntar de qué había muerto. La madre llanamente dijo: "por el chupe".

"Cuando cuente lo que he visto no me lo van a creer en Barcelona", me dijo Joaquim. La experiencia terminó con una visita al campo santo.

Magiares estupefactos

Mi amiga Eniko Gascoe, guía de turistas en Hungría, me dijo en Budapest que le gustaría conocer México, coincidiendo con el famoso Día de Muertos. Su deseo se cumplió y llegó un primero de noviembre.

Al día siguiente la llevé, junto con su amigo con quien viajaba, a la celebración de Miquix-tli, que cada año se celebra en el Jardín Borda de Cuernavaca.

Mis amigos observaron los altares y a la Banda de Tlayacapan tocando marchas fúnebres morelenses. Su reacción fue de total sorpresa, no decían una sola palabra, por parecerles inesperada la participación del público y la algarabía de los niños al recibir calaveritas de azúcar.

Me hicieron muchas preguntas sobre aquello de que "los mexicanos se burlan de la muerte". Les dije que, en mi opinión el asunto no era así...

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