Ecos de Viaje/ A la tierra que fueres prueba lo que vieres

AutorAdalberto Ríos Szalay

Una de Piña

Cruzamos los límites de Veracruz y Oaxaca hasta llegar a Loma Bonita, y nos encontramos con sus plantíos de piña. Los campesinos levantaban la cosecha, conjuntando la fuerza para ir y venir entre los surcos con su gran chiquihuite sostenido con el mecapal, con la habilidad para cortar cada piña de su rudo tronco, lanzarla al aire y hacerla caer sobre el canasto en la espalda.

Si no fuera un trabajo agotador y aun doloroso por las hirientes puntas de la planta y lo áspero del fruto, la operación podría ser calificada como hermosa, como un hecho plástico.

A pesar de la fatiga, los campesinos no sólo fueron amables, sino generosos. Como si nosotros fuéramos los agotados nos ofrecieron su fruto tropical; con destreza sorprendente pelaron una piña para cada uno de los tres viajeros y nos la ofrecieron; tomamos del rabo las enormes frutas y mordimos con decisión; sin embargo, requerimos de tres días para dar cuenta de ellas.

El perfume se impregnó en nuestro vehículo como un recordatorio de la bondad de la gente del campo oaxaqueño.

Atún sin Lata

Es poco lo que escuchamos de Ensenada, quizá porque las noticias de escándalo no prevalecen en esa diligente región.

Cuantas veces he visitado el lugar ha sido para registrar hechos laboriosos y ejemplares de un hermoso lugar donde el turismo puede encontrar paisajes, magníficos hoteles y comida fuera de lo común.

Fui en una ocasión para visitar, en San Pedro Mártir, el Observatorio Nacional de la Universidad de México; un segundo viaje fue para conocer sus astilleros y un tercero para visitar sus plantas atuneras. Ahora, espero una cuarta oportunidad para fotografiar sus bodegas productoras de vino.

Conocer la industria atunera, tan golpeada por injustos tratos e intrigas internacionales, es toda una experiencia. El atún es uno de mis alimentos favoritos, un gustoso producto condenado la mayoría de las veces a la estrechez de una lata que, a pesar de todo, nos permite disfrutar de su sabor.

Cuando estuve en los barcos atuneros, en las líneas de producción de las empacadoras, pero sobre todo cuando probé lo que ahí se procesaba... ¡eso fue otra...

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