La crisis económica. El momento para reconstruir el país

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas218-219
La Economía Mexicana. Crisis y reforma.
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Hilario Barcelata Chávez
218
LA CRISIS ECONÓMICA. EL MOMENTO PARA RECONSTRUIR EL PAÍS
20 de junio de 1996
La crisis que vivimos en la actualidad tiene varias particularidades que la hacen un
fenómeno crucial para la historia del país. Primero, es el cuarto eslabón de una
impresionante cadena de crisis recurrentes que se han dado en nuestro país por lo
menos desde hace 25 años. La primera con Echeverría en 1976, la segunda con López
Portillo en 1982, la tercera con De la Madrid en 1987.
Segundo, es una crisis que se da en un ámbito sumamente adverso para la
recuperación porque se da en medio de la recomposición de un modelo de desarrollo
que ha fracasado porque ha propiciado la descomposición de las estructuras
económicas del país y ha hecho depender la economía toda del sistema financiero, con
una amplia dependencia de los movimientos de capital a nivel internacional.
Tercero, representa el punto más bajo del ciclo económico de los últimos 25 años.
Nunca el crecimiento económico había sido tan bajo. Nunca la caída había sido tan
grande. De acuerdo al propio Presidente Zedillo, el costo de esta crisis que estalla en
diciembre de 1994 ha sido de 70 mil millones de dólares. Cantidad que equivale al 25%
del total del valor de los bienes y servicios que el país produce. Cuando la de 1982, por
ejemplo, sólo significó una pérdida del 3% con relación a dicho valor.
El encadenamiento de las crisis hace evidente un constante deterioro económico del
país que remite a la reconstrucción de las bases sobre las que debe darse un
crecimiento sano y sostenido. Por desgracia, la estrategia implementada ha caminado
en sentido inverso. Es decir, ha contribuido a destruir esas bases y ha pretendido basar
el crecimiento en la fortaleza de un sistema financiero tan dependiente del extranjero,
que nos vuelve incapaces de volver a crecer autónomamente. La estabilidad de la
economía mexicana hoy, depende del tipo de cambio, de las tasas de interés y de los
logros que puedan existir en materia de exportaciones. Es decir, es el sector externo el
que norma hoy las directrices de la estrategia de política económica y, por ello, el
sector sobre el cual se sustenta el crecimiento económico. Para los estrategas
gubernamentales parece no existir un sector real en la economía. Es decir un sector
productivo a partir del cual otorgar estabilidad y crecimiento. Pareciera no existir un
mercado interno ni estructuras productivas orientadas al mismo. Las prioridades están
cambiadas. No son las metas de empleo o inversión productiva lo que se busca, sino
fortalecer y estabilizar un sector financiero que marque la pauta del crecimiento. Dicho
de otra manera, primero el dinero, luego la mercancía.
Pensar la economía de esa manera nos obliga hoy a renunciar al establecimiento de
estrategias que se sustenten la recomposición de la planta productiva y la recuperación
del mercado interno. Nos obliga a renunciar a una política de desarrollo por otra de
estabilidad y equilibrio que no podrán llegar mientras no haya bases productivas y,
sobre todo, mientras no limite la dependencia de la posibilidad de ese desarrollo al
movimiento de los capitales dentro del sistema financiero nacional e internacional.
Por eso la crisis actual es la más aguda y dramática en mucho tiempo. Se han
socavado tanto las bases del desarrollo que cualquier estrategia que no contemple su
recomposición tenderá, necesariamente al fracaso. Pero cada fracaso significa
hundirnos un poco más. Y eso es algo que aún no se aprende.
El proyecto neoliberal anuló las amplias posibilidades del Estado de conducir y
garantizar el desarrollo nacional. Ha dejado en manos de los particulares el futuro de
toda la nación y la están haciendo pedazos. (Nada más recuérdese la situación de los
bancos). Estableció una apertura comercial que ha destruido la planta productiva
nacional y ha establecido una política de empleo y salarios que pareciera que intenta
borrar el mercado interno.
La recurrencia de las crisis nos habla hoy, de la necesidad de replantear un proyecto
de desarrollo nacional de largo plazo que logre sacar al país de una vez por todas de

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