Economía y Empresa/ Libre comercio sí, pero no para todos

AutorSiegfried Herkommer

Bien entendida, la globalización, aún en fase de gestión en la mayoría de los países, no está dando los resultados deseados viendo las realidades en el mundo actual, aunque los teóricos de la materia no dejan de augurar su éxito vía deducciones de su lógica.

Hasta los defensores de la globalización, como los niveles ejecutivos superiores de la Organización Mundial del Comercio, están comenzando a reconocer que el esquema no muestra señales de solución en la problemática de la distribución de riqueza y de ingreso entre los países y dentro de los mismos. La pobreza en y entre los países aumenta o persiste.

Sin duda, la apertura de mercados y la internacionalización del comercio, puntos cruciales del modelo, han redituado en ventajas considerables para los grandes, sea la mayoría de los países industrializados, sean las principales empresas multi y trasnacionales. Sus estructuras económicas les facilitan el enfrentamiento a competencias internacionales, su poder financiero permite aprovechar en forma eficiente y rápida cualquier ventaja económica dondequiera que ésta se presente.

La atracción que actualmente ejerce China es un vivo ejemplo de lo anteriormente dicho: independientemente del enorme mercado doméstico, son los bajos niveles salariales que están provocando los reacomodos actuales de inversiones en constante búsqueda de países con menores costos laborales, aunque nadie quiera reconocer esta faceta de explotación moderna.

Si en este mejor de los mundos de los poderosos se asoma un conflicto, una desventaja que pudiera afectar los intereses de los grupos de presión dentro de las naciones del primer mundo, se recurre instantáneamente a medidas proteccionistas, aunque vayan en contra del modelo neoliberal globalizador.

Nuestros vecinos del norte son un vivo ejemplo en este sentido, aunque los europeos no se quedan atrás cuando analizamos su política agropecuaria. Recuerdo, hoy más que nunca, una observación de un alto funcionario del Departamento de Comercio de los Estados Unidos en una conferencia sobre comercio internacional, diciendo, no sin una dosis de ironía, "libre comercio sí, pero no para EU".

Un ejemplo del típico proteccionismo norteamericano es el aumento de las tarifas de importación de acero, decretado por el Presidente Bush en marzo del 2002. Desde hace decenios, la obsolescencia tecnológica de la industria del acero en EU es un secreto abierto. Este rezago condujo a su tiempo al surgimiento de industrias del ramo en...

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