México: soberanía y globalización

AutorIliana Rodríguez Santibáñez
CargoProfesora del Departamento de Ciencia Polìtica y Derecho de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Ciudad de México
Páginas59-67

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I Algunas consideraciones preliminares sobre la interdependencia vs. la dependencia

Cita el artículo 39 de nuestra Ley Fundamental, que “la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste...” esta disposición nos faculta en el orden interno, para que el pueblo haga y aplique sus leyes, y escoja o modifique libremente la forma en que habrá de ser gobernado, mientras que en el ámbito externo nos concede la libertad de establecer relaciones con otros estados u organizaciones de estados, a través de convenios o tratados, respetando siempre nuestra independencia y la vigencia de nuestras leyes.

Este precepto suele trastocarse invariablemente por dos elementos clave:

  1. La dependencia creada por el dinamismo del comercio, las finanzas, la tecnología aplicada a las comunicaciones y la inversión, y

  2. La falta de un referéndum respecto a las decisiones suscritas con el exterior que involucren el interés nacional. En el primer elemento, podríamos remontarnos ya no a la historia de Gran Bretaña que irreprochablemente no sólo desarrollo de manera importante el comercio a través de la vía marítima y en esencia por la explotación de sus colonias, sino que podríamos ir más atrás y llegar a las primeras civilizaciones cuyo comercio se basaba en el trueque; para connotar que el comercio es el motor del mundo desde que el mundo es mundo. Este intercambio promueve la interrelación de los estados creando interdependencia entre naciones económicamente simétricas, y la dependencia tratándose de naciones asimétricas. Hay que recordar que la interdependencia supone complementariedad a través de la igualdad y la reciprocidad, que entre naciones asimétricas difícilmente se concibe, lo propio sería hablar de dependencia entendida como una relación de subordinación de los intereses nacionales a los intereses extranjeros y que se manifiesta entre otros rubros, en el comercio exterior a través de tratados internacionales en materia económica, en este caso como socios de Estados Unidos y Canadá, tratados que se legitiman a través de la reforma legal en aras de estos mercados y es en este sentido que México cumple esta aseveración de Estado dependiente más que interdependiente por los siguientes aspectos:

    1. Endeudamiento externo que implica acceso de capital extranjero.

    2. Inversión extranjera a través de transnacionales y que también asume el ingreso de capitales foráneos.

    3. Transculturización por la influencia de películas, música, literatura, y productos extranjeros que se sobreponen por publicidad en el gusto de los nacionales.

    4. Venta de materias primas baratas a cambio de productos industrializados.

    5. Compra de tecnología.

    6. Decisiones unilaterales en este, sin consulta mutua, típico en el uso de barreras arancelarias y no arancelarias como las medidas fitosanitarias.

    7. Cambios en el sistema jurídico mexicano justificados por exigencias propias del tratado que para ser viable no debe contravenir a la Ley fundamental. Cabe señalar que el enfoque de la dependencia surge a fines de los sesenta y comienzos de los setenta, en un lapso de gran inestabilidad tanto interna como externa, para estados desarrollados como para estados en desarrollo. Encontraba sus bases en las críticas del monetarismo de los años setenta, dirigidas al pensamiento edificado en los sesenta, relativos a la teoría estructuralista, basada en la necesidad de formular políticas encaminadas a una industrialización deliberada y ampliada de sustitución de importaciones y una modernización de los sectores atrasados de la economía donde el Estado implementaría lo siguiente:

  3. activa y planificada participación del estado;

  4. proteccionismo dinámico, por la tendencia a disminuir, ante el fortalecimiento del sector industrial, y

  5. sustancial ampliación de mercados por la integración de las economías latinoamericanas1

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    Al estructuralismo citado se contrapuso el monetarismo, donde el Estado mexicano, aumentó su intervención, mediante planes y técnicas de planificación orientadoras de los procesos productivos, lo que ampliaría los procesos de ahorro e inversión sin aplastar al mercado interno ni obligar al ahorro forzado por la inflación.

    Paralelo a ello la internacionalización de capitales parecía no tener límites, a través de la inversión extranjera y a los cambios en los patrones de acumulación y las estructuras de poder nacional. La dependencia económica, se acentuaría, pues sus procesos de acumulación de capital al devenir de la inversión extranjera, estarían cada vez más ligados o integrados a la dinámica capitalista global en escala mundial. Esta integración, era en consecuencia desigual y asimétrica, por consiguiente connotaban un dominio que remotamente era el de México, y cedería desde entonces a un cambio en la retórica de nuestro discurso político, que por un lado defendía inescrutablemente la soberanía, mientras que por otra parte la dependencia aumentaba, en detrimento de ésta.

    Esta tendencia incremento la expansión de los Estados Unidos como centro hegemónico internacional, que se observa y se observaba con el crecimiento de la inversión extranjera directa proveniente de aquel país, la ampliación de su influencia en la industria, la tecnología, las finanzas y el consumo. Pero este fenómeno no sólo contrajo lo anterior, sino que además disminuían el proceso de ahorro e inversión interno, se debilitaba la balanza de pagos y se inestabilizaba el mercado cambiario; en suma, el modelo de expansión capitalista internacional, conllevaba al estancamiento, el endeudamiento externo y la inflación, generando dependencia y subdesarrollo.2

    Sin desdeñar el efecto social de dicha dependencia, aquí nos gustaría citar a Hermann Heller, para referirnos a que la economía y la política se interrelacionan, y no pueden separarse, pues los efectos de una u otra, repercuten recíprocamente sobre la unidad territorial indivisible que es el pueblo3, también cabe señalar, que esta dependencia más que reciprocidad genera desventaja y un trato desfavorable que puede observarse en diversos ejemplos como:

    · en las negociaciones las condiciones las fijan y las alteran, los Estados Unidos (en el TLCAN el caso del transporte v.gr.)

    · la certificación unilateral que se otorgaba en materia de lucha contra el narcotráfico, hoy día con declaraciones para señalar enemigos públicos (el caso del eje del mal en cuestiones de terrorismo)

    · decisiones discriminatorias respecto a indocumentados

    · uso de salvaguardas sopretexto de daño a productores locales

    · barreras no arancelarias, etcétera

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¿Interdependencia vs dependencia?

Visto de esta manera sería indudable decir que la postura de México ante Estados Unidos y Canadá a través del TLCAN, es fundamentalmente de dependencia, dada la asimetría económica, política, social y cultural que subsiste. Sin embargo sabemos que después del planteamiento teórico de la interdependencia compleja, de Robert O. Keohane y Joseph S. Nye en su libro Power and Interdependence, surge como respuesta crítica al realismo clásico, no ya la atención en el Estado como unidad básica de análisis de la política internacional que le consideraba como actor unitario, añadiendo el papel de actores no estatales, internacionales, transnacionales y multinacionales; sino el papel de la sociedad como factor de transformación del ámbito internacional. Su teoría retoma la distribución de costos y...

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