Duro y contra ellos

AutorErnesto Diezmartínez

Puede que sea un récord: poco después del minuto 35 de duración, Mujeriegos en Apuros (Tomcats, 2001), dirigida y ¡escrita! por Gregory Poirier, provoca la primera y única buena carcajada en los 90 minutos de duración de todo el filme. Esto no estaría nada mal si el filme no se vendiera como ¡una comedia! La escena en cuestión muestra a nuestro héroe, el torpe cartonista Michael (Jerry O'Connell), cubierto con una bata y desfalleciendo en un baño de vapor. Como Michael trata de apagar una grabadora que tiene oculta y amarrada en su pecho, la máquina hace corto circuito y lo electrocuta. No se trata de un gag sutil ni muy inteligente, pero está decentemente ejecutado. De ahí en adelante, olvídese de la risa: estamos ante una de las cintas más tontas y desagradables que me ha tocado ver en mucho tiempo -y mira que hace poco reseñé Animal (2001)-.

Mujeriegos en Apuros está mal actuada, es pobre en ideas, tiene chistes repugnantes (alguien se come un testículo canceroso y se supone que nos debemos reír por ello) y presume una misoginia tan descarada como nunca me había tocado ver en la pantalla grande. De hecho, todas las mujeres de este filme son horrendas: sadomasoquistas ocultas, lesbianas infieles, idiotas sumisas, bombas sexuales dispuestas a la felación o a la transa y hasta la supuesta heroína (Shannon Elizabeth, de American Pie) está dispuesta a vengarse de un macho atrabiliario fingiendo estar enamorada de él, y todo por 250 mil dólares.

La trama gira alrededor de un grupo de jóvenes machos -los tomcats del título original- que juran no casarse nunca. Para darle emoción a la apuesta, forman un fondo con aportaciones de todos...

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