Durango a vista de pájaro

Staff

Viajar ofrece infinitas oportunidades para conocer personas y entornos a los que los ojos no están habituados.

Desde el aire, esa sensación se magnifica. Personas, edificaciones y naturaleza se muestran diminutos: uno puede alcanzarlos con sólo estirar la mano.

Un vuelo en helicóptero hacia el norte del estado de Durango, en un trayecto de no más de una hora, cambia la concepción de las cosas; incluso se olvidan los mareos que provoca una aeronave tan pequeña y su intenso olor a combustible; después de cinco minutos, el aroma es tan sólo un pasajero más.

En lugar de conformarse con tomas panorámicas que sin duda llenarían el cuadro de una cámara, es mejor optar por detalles insignificantes a simple vista, como lo puede ser un campesino perdido entre las hectáreas de un sembradío casi desértico: descubrir los rastros que dejan las personas con actividades simples y cotidianas.

La naturaleza crea espectaculares formas en zonas en las cuales parece no haber nada, estableciendo texturas y formaciones inimaginables.

Huesos de hierro.

Lo que alguna vez fueron flamantes Chevrolets, modernos Fords y funcionales pick-ups para estos terrenos, ahora yacen arrumbados al acecho del óxido. Deshuesaderos que se convierten en inusual atractivo. Quién sabe, con suerte, hasta un viejo Edsel se asoma por ahí.

El Rondín.

Como si de la muerte encarnada se tratara en un vasto, desolado llano, la hoz de un hombre de campo recorre a paso lento los sembradíos.

Un OVNI pétreo.

Como si se tratara de una nave de otro mundo, la sierra guarda en sus...

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