Dulce sabor a muerte

AutorCarlos Borboa

Popularizadas durante el Virreinato, las calaveras encontraron su origen con la llegada del alfeñique ibérico -confitura elaborada con pasta de azúcar de caña- a tierras mexicanas.

Sin embargo, al igual que muchos otros dulces de la cultura popular, sus raíces y significado siguen siendo desconocidos.

De acuerdo con Yuri de Gortari, investigador y fundador de la Escuela de Gastronomía Mexicana, la forma de las calaveras está estrechamente ligada al tzompantli, altar precolombino donde se colocaban los cráneos de los sacrificados (generalmente cautivos de guerra) con el fin de honrar a los dioses.

"Son una reminiscencia del mundo prehispánico, de las calaveras y los cráneos, como en el tzompantli. Y, gracias a la técnica culinaria del alfeñique, se juntan en una fiesta de gran sincretismo, que rompe el espanto del mundo occidental ante la muerte".

Las piezas de azúcar cobran forma con ayuda de moldes de barro y se secan hasta endurecer. Luego se decoran con pasta coloreada de alfeñique, lentejuelas y papeles metálicos.

"Escribir nombres en la calavera es parte de la fiesta, del juego y del sentido del humor que, en lo profundo, nos dice que a fin de cuentas todos vamos para allá", expone De Gortari.

Para Marco Buenrostro, investigador, las calaveritas son un aporte tardío del uso del azúcar y su forma...

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