Las dudas y las certezas: El suicidio de Izábal

REFORMA / REDACCION

Rafael Ruiz Harrell

Criminólogo, articulista y profesor de Filosofía del Derecho en el Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

  1. El Automóvil.- Un suicida hace sus últimos actos con mucho cuidado. Si la distancia que hay entre la camioneta y la acera es la misma que cuando cometió el suicidio y los peritos no la removieron, me parece muy raro. La fotografía muestra una distancia aproximada de un metro. Un suicida no deja estacionado un carro así, seguramente que lo haría a 15 o 20 centímetros de la acera. No es la regla, pero me parece extraño.

  2. Las cartas de los suicidas.- Son un mito criminológico. Sucede en menos de la tercera parte de los suicidas, aunque la regla es que no dejen ninguna explicación. Si el 30 por ciento deja una carta póstuma, casi la mitad culpa a alguien, no exculpa como en el caso de Izábal.

    En el DF 25 por ciento de los suicidas deja una carta. El 15 por ciento culpa a alguien y el 10 por ciento señala a un responsable externo del suicidio o se exculpa a cualquiera de responsabilidad. Hay que tomar con muchas precauciones las cartas del ex Oficial Mayor. Si el suicida hace no una sino varias cartas, como es en este caso, quiere decir que está elaborando meticulosamente su objetivo.

  3. Los lentes.- La Gran Beretta calibre 38 es una pistola exclusiva de la Policía Italiana, pero si uno llega a la Procuraduría le van a regalar cinco. Es un arma muy efectiva y en este caso, sí es posible que el impacto producido no tumbe los anteojos de Izábal. El resorteo producido por el balazo puede no ser suficiente para que se caigan. No hay que olvidar que la parte interna del cráneo es blanda, y al no tener un hueso de resistencia al balazo, el impacto es menos fuerte. En un arma de este tipo el impacto es menor a corta distancia. El agujero que deja una bala a esta distancia es menor que el de un disparo a un metro.

  4. Las cajas de seguridad.- No se sabe si el Procurador Jorge Madrazo trabaja más aquí que en Washington. Especulo que esto puede explicar la existencia de cuentas de Izábal en esa ciudad, tal vez guardó el dinero por su jefe y para gastos eventuales, pero en un momento dado creció tanto el monto que ya no lo pudo justificar. Hasta donde se sabe, Izábal manejó mucho dinero y tenía la absoluta confianza del Procurador, pero no hizo uso de las cajas.

    Eduardo Muriel

    Doctor y especialista en criminología. Autor del libro "Crónica y análisis de un magnicidio" y jefe de un despacho...

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