Dosis de Patria, promesa al aire

AutorIsrael Sánchez

Casi dos años y medio han pasado ya desde que se anunció el proyecto de una vacuna mexicana contra la Covid-19 que, dado el éxito obtenido en las pruebas con animales, estaba por comenzar la investigación clínica en humanos.

Según la optimista proyección del Gobierno, Patria, como la nombró el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador en alusión al poema Suave Patria, del bardo zacatecano Ramón López Velarde, completaría sus tres fases clínicas en sólo siete meses.

"Y si todo sale como esperamos, tendríamos a final de este año una vacuna mexicana que sería puesta a disposición de la Cofepris para su aprobación en uso de emergencia", dijo aquel martes 13 de abril de 2021, en conferencia matutina desde Palacio Nacional, la directora del Conacyt -todavía sin H-, María Elena Álvarez-Buylla.

Hoy resulta evidente que la realidad terminó por imponerse a los buenos deseos, pues los años han pasado e incluso la emergencia sanitaria global por el SARS-CoV-2 ha sido superada, y la vacuna mexicana simplemente no figura por ninguna parte.

Aunado a las severas críticas que esto ha granjeado a la presente Administración, tampoco ha faltado quien dude que tal desarrollo se haya llevado a cabo siquiera, mientras Álvarez-Buylla, las autoridades de Salud del País y hasta el Presidente mismo insisten en su repetitiva promesa de que pronto estará listo.

De ser cierto ¿ahora sí?, Patria se sumaría a las igualmente controversiales Sputnik V y Abdala en la campaña invernal de vacunación de refuerzo que inició este octubre. Algo que tampoco acaba de convencer a muchos, inquietos en particular por la eficacia que pudieran tener tanto la vacuna mexicana como la rusa y la cubana contra las variantes del virus que actualmente circulan en el territorio nacional.

Consultado por REFORMA, el científico español Adolfo García Sastre, referente internacional en virología y coinventor de la tecnología en la que está basada Patria, no sólo confirma la prolongada labor detrás de esta vacuna, sino que detalla su funcionamiento e incluso pondera su uso como refuerzo. Expertas nacionales, en tanto, examinan algunas decisiones de la política sanitaria de este Gobierno.

De pollos a humanos, no sólo para México

Contrario a la nula disposición a hablar públicamente de Patria por parte de algunos investigadores nacionales involucrados en su desarrollo y hasta de Avimex, farmacéutica veterinaria mexicana que lidera el proyecto, Adolfo García Sastre no tiene reparo alguno en ofrecer unas palabras que ayuden a comprender este trabajo.

Tarda apenas unos minutos en responder la solicitud vía correo electrónico, copiando a su administradora en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, en Nueva York -donde el español dirige el Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes-, para que le encuentre un espacio disponible en su agenda.

Y es que, a final de cuentas, buena parte de su trayectoria está invertida en la labor que llevó a tener un paramixovirus recombinante de la enfermedad de Newcastle (rNDV, por sus siglas en inglés), que es la tecnología en la cual se basa Patria como vacuna contra el SARS-CoV-2, concebida precisamente ahí en Mount Sinaí por figuras como el microbiólogo Peter Palese y el virólogo Florian Krammer.

"Es la primera vez que se usa para probar una vacuna en humanos. Pero viene ya de hace tiempo", dice en entrevista remota García Sastre, con visible orgullo ante el alcance de aquel trabajo iniciado hace 20 años y que, de la mano de Avimex, ya había conseguido materializarse en una vacuna contra influenza aviar para pollos.

"En concreto, contra gripe aviar H5N2, que es la que se estaba dando en ese momento en México", precisa el doctor en Biología por la Universidad de Salamanca.

Aprovechada ahora contra el Covid-19, su mecanismo no es distinto al de otras vacunas que funcionan con vectores virales. Es decir, utiliza una versión modificada e inofensiva de otro virus -el de la enfermedad de Newcastle, que causa una infección mortal en muchos tipos de aves- como vehículo o vector para transportar información genética del SARS-CoV-2 a las células del cuerpo.

"En lo que consiste es en una partícula vírica que ha sido desprovista de capacidad de inducir enfermedad, pero que es capaz de depositar un ácido nucléico (en las células), que en este caso es un RNA que codifica la proteína "Spike" (S) de SARS-CoV-2, y debido a eso puede inducir una respuesta inmune.

"No da lugar a enfermedad, pero da lugar a respuesta inmune contra la proteína S", refrenda el científico.

A decir suyo, se trata de una vacuna similar a la desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca, cuyo vector viral es un adenovirus del tipo de los que típicamente causan enfermedades respiratorias como resfriados.

Y también un poco semejante, en tanto deposita ARN, a las vacunas de ARN mensajero (mRNA, por sus siglas en inglés), como las de Pfizer y Moderna. Hace apenas unos días, los principales científicos detrás de esta tecnología, Katalin Karikó y Drew Weissman, fueron galardonados con el Premio Nobel de Medicina por sus hallazgos que posibilitaron crear tales vacunas.

Algunos estudios comparativos, sostiene García Sastre, han favorecido a su vacuna basada en rNDV, que además funciona con una versión modificada y más estable de la proteína S, denominada HexaPro o 6P.

"Con respecto a la de AstraZeneca, los resultados que se han logrado es que la de Newcastle es una vacuna un poco superior; y, con respecto a las de RNA (mensajero), parece que es bastante similar. Lo que todavía no sabemos es si la vacuna de Newcastle, Patria, da lugar a una inmunidad más duradera que las de RNA, para eso hay que esperar tiempo.

"De momento, la respuesta primaria que induce como 'booster' (dosis de refuerzo) es...

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