Las dos caras de la verdad

AutorMichael Connelly

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Bosch sintió que las paredes de la sala de operativos se estaban juntando para atraparlo. En su fuero interno, y en la realidad, había internado a Borders para siempre. No contaba con que el sádico asesino sexual recibiera nunca la inyección letal, pero el corredor de la muerte seguía siendo su infierno particular, un destino más severo que cualquiera de las sentencias que se imponían al resto de la población reclusa. El aislamiento era lo que merecía Borders. Lo encerraron en San Quintín a los veintiséis años. Para Bosch eso significaba más de cincuenta años de confinamiento en absoluta soledad. Menos si tenía suerte. En el corredor de la muerte de California había más reclusos que se suicidaban que aquellos que recibían la inyección letal.

-No es tan sencillo como cree -aseguró Kennedy.

-¿En serio? -dijo Bosch-. Cuénteme por qué.

-La Unidad de Revisión de Condenas tiene la obligación de considerar todas las peticiones legítimas que recibe. Nuestro proceso de revisión es la primera fase, y eso ocurre de puertas adentro antes de que los casos pasen al Departamento de Policía de Los Ángeles y otras agencias policiales. Cuando un caso plantea suficientes dudas, damos el siguiente paso y llamamos a la fuerza policial correspondiente para que proceda a revisar la investigación.

-Y, por supuesto, todo el mundo jura mantener el secreto en ese punto.

Bosch miró a Soto al decirlo. Ella apartó la mirada.

-Desde luego -dijo Kennedy.

-No sé qué pruebas han aportado Borders o su abogado, pero son falsas -dijo Bosch-. Borders asesinó a Danielle Skyler y todo lo demás es un fraude.

Kennedy no respondió, pero, desde su posición, Bosch se dio cuenta de que le había sorprendido que todavía recordara el nombre de la víctima.

-Sí, treinta años después todavía recuerdo su nombre -aseguró Bosch-. También recuerdo a Donna Timmons y Vicki Novotney, las dos víctimas sobre las que, según su oficina, no había suficientes pruebas para presentar cargos. ¿Las ha tenido en cuenta en esa revisión de la investigación que ha llevado a cabo?

-Harry -intervino Soto, tratando de calmarlo.

-Borders no aportó ninguna prueba nueva -dijo Kennedy-.

Ya estaba allí.

Eso impactó a Bosch como un puñetazo. Sabía que Kennedy se estaba refiriendo a los indicios físicos del caso. Y se infería que había pruebas de la escena del crimen o de algún otro lugar que exoneraban a Borders. Pero lo que sobre todo se infería era la incompetencia o, peor, una acción deshonesta: que Bosch no había reparado en la prueba o la había desdeñado de manera intencionada.

-¿De qué estamos hablando? -preguntó.

-ADN -repuso Kennedy-. No se contempló en el caso original en el ochenta y ocho. El caso fue juzgado antes de que se admitiera el uso del ADN en procesos penales en California. Hasta el año siguiente no fue presentado y aceptado por un tribunal de Ventura. En el...

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