Las dos caras del libre comercio

Fecha de publicación25 Marzo 2024

Por Por Dani Rodrik

Mientras que el libre comercio alguna vez fue la causa central de los reformadores progresistas que buscaban combatir intereses arraigados en nombre de la gente común, ahora es la bestia negra tanto de los nacionalistas de derecha como de la izquierda dominante. Para entender por qué las actitudes cambiaron tan radicalmente, hay que seguir el dinero.

CAMBRIDGE. Pocos términos en economía están tan cargados ideológicamente como “libre comercio”. Si lo defiende hoy en día, es probable que lo consideren un apologista de los plutócratas, los financieros y las corporaciones libres. Defiende fronteras económicas abiertas y serás tachado de ingenuo o, peor aún, de títere del Partido Comunista de China al que le importan poco los derechos humanos o el destino de los trabajadores comunes y corrientes en su país.

Como ocurre con todas las caricaturas, hay una pizca de verdad en la postura anticomercio. El creciente comercio contribuyó al aumento de la desigualdad y a la erosión de la clase media en Estados Unidos y otras economías avanzadas en las últimas décadas. Si el libre comercio tuvo mala fama es porque los impulsores de la globalización ignoraron sus desventajas o actuaron como si no se pudiera hacer nada al respecto. Este punto ciego empoderó a demagogos como Donald Trump para convertir el comercio en un arma y demonizar a las minorías raciales y étnicas, los inmigrantes y los rivales económicos.

La antipatía por comerciar con la provincia tampoco es exclusiva de los populistas de derecha. También incluye a izquierdistas radicales, activistas climáticos, defensores de la seguridad alimentaria, defensores de los derechos humanos, sindicatos, defensores de los consumidores y grupos anticorporativos. El presidente estadounidense Joe Biden también se ha distanciado notablemente del libre comercio. Su administración cree que la construcción de una economía estadounidense segura, verde, equitativa y resiliente debe tener prioridad sobre la hiperglobalización. Al parecer, todos los progresistas creen que el libre comercio obstaculiza la justicia social, cualquiera que sea su forma de entenderse.

No siempre fue así. El libre comercio fue el grito de guerra de los reformadores políticos del siglo XIX, que lo vieron como un vehículo para derrotar al despotismo, poner fin a las guerras y reducir las aplastantes desigualdades en la riqueza. Como nos recuerda el historiador de la Universidad de Exeter Marc-William Palen...

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