Dorar la píldora

Consecuencias lectorasMónica Lavín

EL UNIVERSALAquí en Tepoztlán, anualmente, desde hace 17 años, se lleva a cabo el programa Under the volcano, Bajo el volcán, que la escritora neoyorquina Magda Bogin dirige. Aquí se llevan a cabo talleres, charlas, lecturas donde el inglés, el español y hasta el toztzil, en la lectura de la poeta chiapaneca Enriqueta Lunez, se enlazan, tienen eco, esparcen ideas, emociones, congregan el sentido de la escritura, la búsqueda interminable que es el trabajo con la palabra. Aquí el gremio subraya que no hay fronteras en la república de las letras que nos hermana a las generaciones, los países, los géneros. Aquí, el Tepozteco es el testigo imperturbable que cela la complicidad y el tejido fino de los asombros y el espíritu del gremio, los lectores-escritores, sedientos mineros de historias, de imágenes, de ideas, de amistad y cofradía.

Janet Dawson, que con su marido Doug Clark nos hospedó generosamente a algunos de los escritores, pone en la conversación de desayuno un libro que viene a cuento con el espíritu de las sesiones de estos 10 días: Un lector nada común, del autor inglés Alan Bennett. Esta novela corta, breve e incisiva relata el descubrimiento del gusto por la lectura de la Reina Isabel de Inglaterra. Primero, asombra el permiso y la manera elegante y con bisturí humorístico en que el autor, conocido dramaturgo, utiliza como personaje de ficción a una figura viva de la monarquía inglesa, impensable con los mandatarios mexicanos. (Hemos visto en Netflix como The Crown no tiene empacho en hacer con la vida de la reina y sus familiares una serie novelada y bien documentada que intenta penetrar en el drama humano). La reina, como se sabe, es una hacedora, una mujer que inevitablemente tuvo y tiene que cumplir con sus múltiples obligaciones, muchas de ellas decorativas, sociales, de imagen, etc. Bennett le da permiso en esta novela de que se asome a los libros, con la asesoría de un lector joven que trabaja en la cocina y es asignado, dada su inquietud lectora autodidacta, a asesorar a la reina, primero para obtener libros de una biblioteca móvil que llega al palacio, luego cuando hay recorte presupuestal, en la Biblioteca Nacional. La reina comienza con primeras lecturas, romances que entran con más facilidad en su ánimo, pero va pasando por Austen, Brönte, Tackeray, Throloppe, Forster, James, Shandy, hasta llegar a Proust. Asistimos a la formación lectora de la reina que cada vez desea con más ahínco...

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