Dorar la píldora

Una isla para escritoresMónica Lavín

EL UNIVERSALA los de tierra adentro nos fascinan las islas, pero también a los isleños. Eso comentan algunos autores canarios en el Segundo Festival Hispanoamericano de Escritores con sede en Los Llanos de Aridane en la isla de La Palma. Mientras escribo esto me coloco de cara al mar en el poblado de Tazacorte, en el mirador de la bella y antigua Hacienda de abajo, diría yo que me coloco de cara a América. A mis espaldas, el puerto de la señorial Santa Cruz mira a las costas de África, aunque no las mira. Las intuye, igual que yo, por las evidencias claras de los ires y venires agrícolas y de personas, con ello la lengua. Es parte de lo que se habla en las mesas públicas en la plaza y en las mesas de comida donde compartimos proyectos, países, sueños, libros, disentimos o nos asombramos. Hay que decir que una isla del tamaño de La Palma, que podría recorrerse en poco tiempo si todo fuera kilometraje, pero la sinuosidad volcánica regula el paisaje y la movilidad, es un buen espacio para contenernos, como un recipiente, para que la gente asista de nuevo o por primera vez a escuchar a los escritores, a llevarse sus libros, a celebrar el oficio nuestro que tiene poco glamour y al que aquí le saca brillo el sol, la calidez y excelente anfitrionía.

Los laureles llegaron de la Habana como lo reconocen las placas que bajo sus robustos troncos y apetecible fronda cubren la plaza, mientras que a México llegaron las palmas datileras de estas islas a la península de Baja California llevadas por los jesuitas y sus empeños de instrucción y evangelización. Curioso que mientras Colón se topaba con una isla de América, ese mismo año, un día de San Miguel, los españoles conquistaban a los benahoaritas y fundaban la ermita del santo. El paraje era atractivo para italianos y portugueses también, el desembarco ocurrió en el puerto que miro abajo al fondo del Barranco de las Angustias y que llegó a ser en su tiempo importante como Amberes y Sevilla. Me asombro, la escala hoy es otra. Y los cultivos han cambiado: de aquí salía tabaco y el tinte de la orquilla que ya los romanos celebraron, pues con ellos teñían los uniformes. Había...

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