Dorar la Píldora

La Carlota de Martínez BelliMónica Lavín

EL UNIVERSAL¿Por qué escribir otra novela sobre Carlota?, me preguntaba mientas leía Carlota, de Laura Martínez Belli. Se requerían agallas para enfrentar al lector con la emperatriz belga, con la loca, con la esposa y viuda de Maximiliano después de Noticias del imperio, de Fernando del Paso (novela que fue votada como la más importante por los escritores a 30 años de su publicación). Es cierto, Noticias del imperio es portentosa y la minuciosa investigación de Fernando del Paso durante dos décadas construye en la novela el drama, y el mundo desde Juárez y desde Maximiliano, como si la forma misma diera cuenta del México de liberales y conservadores de la segunda mitad del siglo XIX.

Es cierto también que el monólogo intenso y brutal desde una Carlota, que evoca en su demencia aquellos años, es un contrapunto que da frescura (paradójicamente) por su vena emocional, al devenir de los hechos. No la tenía fácil la autora aunque la propia historia nos ha ofrecido la tragedia perfecta. Por eso leí Carlota (Planeta, 2017), de Martínez Belli, con la curiosidad de saber cómo abordaría a aquellos emperadores arengados por Napoleón y los mexicanos conservadores que los solicitaron y luego abandonados a su suerte (y a la decisión de Juárez de fusilar a Maximiliano), porque eran más liberales de lo que suponían sus entusiastas mexicanos y porque Napoleón no estuvo dispuesto a reforzar la milicia en México cuando Europa y la declinación de su imperio la requerían.

Martínez Belli no quiere contar la historia del imperio, lo hace porque es telón de fondo y los hechos están detrás de los pensamientos, acciones y destino de Carlota. Decide poner a Carlota en primer plano, a la larga vida de Carlota para que sintamos la ingrata lentitud del tiempo, su triste reclusión desde los 30 años (¿la imaginábamos tan joven cuando le cantaban "Adiós mamá Carlota" con la letra de Riva Palacio?) y la locura interrumpida por lucidez y alimentada por la soledad y la traición de su hermano Leopoldo II, que quiso beneficiarse de su demencia descasándola de Maximiliano, no así de su cuñada María Enriqueta quien, nos revela la autora, fue solidaria y protectora de la desdichada emperatriz.

Con una trama que parece coincidir con los desvaríos de Carlota, Martínez Belli va y viene en el tiempo, de Europa a México, de México a Europa, antes del...

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