De Dolores a Iguala,pasando por Chilpancingo y Apatzingán

AutorErnesto Lemoine
Páginas18-59
Docume ntos par a la His toria del México Independ iente |
1808-1938
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De Dolores a Iguala,
pasando por Chilpancingo y Apatzingán
En la revolución de 1810, como en general en todas las revoluciones pro-
yectadas para sustituir un sistema sociopolítico ya agotado, por otro que
imprima una vuelta copernicana al que se pretende cancelar, la acción
destructora contra el orden establecido va de la mano de la teoría (el pen-
samiento, la doctrina) ideológico-política con la que los dirigentes subver-
sivos intentan fundamentar el aparato estatal que vislumbran para regir
a la nueva sociedad –“nueva”, porque emerge de y a consecuencia de,
precisamente, la revolución.
Así, la idea de implementar un régimen autónomo, de corte republi-
cano y democrático, basado en el principio axial de la soberanía popular,
a cambio del virreinal sustentado por una metrópoli monárquica, ya des-
fasada y vencida de su vocación imperial, se manifiesta desde antes del
estallido del movimiento insurgente.
En efecto, con la quiebra de la monarquía absoluta en España (1808)
y sus graves consecuencias en Nueva España, fray Melchor de Talamantes,
el más dotado y radical de los ideólogos criollos, objetando la afirmación
del virrey José de Iturrigaray expuesta en su proclama del 11 de agosto,
donde reiteraba el rango de su autoridad “vice-regia”, replicaba: “No ha-
biendo rey legítimo en la Nación, no puede haber virreyes. No hay apode-
rado sin paderdante... Esta verdad la han conocido las provincias de Espa-
ña y por esto han nombrado Juntas Gubernativas que las dirijan. El que
se llamaba, pues, virrey de México, ha dejado de serlo desde el momento
que el rey ha quedado impedido para mandar en la Nación. Si tiene al pre-
sente alguna autoridad, no puede ser otra que la que el pueblo haya querido
concederle; y como el pueblo no es rey, así como tampoco es república, el
que gobierne por consentimiento del pueblo no puede llamarse virrey.”1
1“Proclama del virrey Iturrigaray, sobre el resultado de la Junta General efectuada el 9 de agosto”.
Impreso, con notas manuscritas de fray Melchor de Talamantes. Véase nuestra versión de este texto
en, La Revolución de Independencia: 1808-1821. Estudio histórico precedido de una visión del virreina-
to. México, Departamento del Distrito Federal, 1974, t. II, pp. 8-10. (Corresponde al vol. IV de la serie
Ins urg enc ia y Rep úbl ica Fe de ral
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En consecuencia, y vista la ruptura del orden monárquico institucional,
Talamantes proponía la urgente convocatoria de un “Congreso Nacional
Americano” en el que debían revertir “todos los derechos de la soberanía”,
incluso el de dictar leyes que modificasen el aparato político-administrati-
vo de Nueva España –término que ya, en 1808, le repugnaba– y reconocer
como legítimos “en sus empleos y destinos” sólo a los funcionarios ratifi-
cados o nombrados por el mismo Congreso.2
Por lo tanto, la idea del Congreso Nacional, lanzada por los ideólogos
criollos cercanos –pero críticos, como en el caso de Talamantes– al virrey
Iturrigaray, arranca del verano de 1808, cuando se puso en entredicho la
legalidad de la autoridad de éste. Es bien sabido que la actitud vacilante e
indecisa de lturrigaray junto con el “revolucionarioglobo-sonda del Con-
greso Nacional arrojado por los criollos como alternativa política, movió
al grupo español, orquestado desde el tribunal de la Audiencia a “cortar
por lo sano” el problema. Así, en la noche del 15 al 16 de septiembre de
1808 –fecha premonitoria–, ese grupo dio el primer golpe de Estado de la
historia moderna de México, con un violento asalto al palacio virreinal
que devino en la aprehensión y destitución de Iturrigaray. Los golpistas,
además, iniciaron una verdadera “cacería de brujas” contra los criollos
animadores del proyecto de la Junta General del Reino o Congreso Na-
cional, cuyas primeras víctimas fueron Primo de Verdad y Talamantes.3
Se estableció enseguida un nuevo gobierno, militarista y conservador, si
que no reaccionario. Y como si se destapara un caño pestilente, brotaron
“La República Federal Mexicana, Gestación y nacimiento. Obra conmemorativa de la fundación de la
República Federal y de la creación del Distrito Federal en 1824”).
2Véase aquí el Doc. 1. (En adelante los testimonios numerados a que remitimos son los que
insertamos en esta misma obra, a continuación de nuestro estudio histórico).
3Un reciente trabajo en que hemos re-examinado esta problemática histórica, es: “La crisis po-
lítica de 1808. El principio del fin del virreinato de Nueva España”, publicado en Los Universitarios,
UNAM, nueva época, núm. 2, junio, 1983, pp. 15-19. Para cotejar las ideas políticas de Talamantes con
las de Verdad, remitimos a la “Representación del licenciado Primo Verdad y Ramos, dirigida al virrey
José de Iturrigaray, sobre la legitimidad, utilidad y necesidad de la convocatoria para el establecimien-
to de una Junta de Gobierno Nacional del Reino de Nueva España, 1808. septiembre 12”. El texto de
este importante memorial figura en nuestro estudio: Carlos María de Bustamante y suapologética
historiade la revolución de 1810, México, UNAM, colección “Argumentos”, núm. 6, 1984, pp. 9-23.
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a raudales acusaciones y cargos contra el virrey caído, y denuncias, dela-
ciones, interrogatorios, confiscamientos de papeles, careos y un sinfín de
suspicaces compulsiones que se cebaron sobre los criollos, supuestamente
comprometidos en el delito de disolución “sociopolítica”. Pero el colmo
del cinismo de los nuevos amos se exhibió en el bando del día 16, con-
feccionado por los oidores, en el que se interpretaba el brutal cuartelazo
como un movimiento de extracción popular: “La necesidad no está sujeta
a las leyes comunes –se leía en él–, el pueblo ha pedido la separación del
virrey Iturrigaray.”4 Igualmente, las averiguaciones judiciales y los procesos
que se incoaron contra los pensadores aperturistas criollos, se esgrimieron,
sin el menor rubor, “en nombre del pueblo” que así lo demandaba.
Ahora bien, las reacciones suelen revertir, a manera de bumerangs, en
revoluciones, y viceversa. Así ocurrió en aquella hora cenital de nuestra
historia. Y la consecuencia, insospechable e inimaginable, del golpe retró-
4El bando se publicó el mismo día 16 en la Gaceta de México.
El Parián y el Ayuntamiento de la ciudad de México: los dos reductos de las fuerzas confrontadas
en la crisis política de septiembre de 1808. Litografía de Pedro Gualdi, 1841.

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