Entre el dolor y la pesquisa

AutorDaniel de la Fuente

MONTERREY.- El crepúsculo se vertía ese sábado 13 de noviembre del 2010 cuando el matrimonio formado por David Ibarra Ovalle y Virginia Buenrostro Romero llegó al ejido La Esperanza, en el municipio de Cadereyta Jiménez, con miras a descansar en su finca hasta el asueto del día 20.

De 56 y 52 años, respectivamente, la pareja arribó antes a un negocio de la comunidad por algo para cenar. Les pareció extraño ver la zona tan desolada, pero no preguntaron acerca de ello. Tampoco nadie les dijo que un comando llevaba días en su finca. Se enteraron hasta que llegaron a ella y los recibieron entre la penumbra unos 18 sujetos que los encañonaron incluso con mirilla láser.

"A ustedes los estábamos esperando", dijo uno cuando Virginia y David se identificaron como propietarios de la finca en Cadereyta, a 30 minutos de la ciudad de Monterrey.

A su vez, los del grupo se hicieron pasar por ministeriales, lo que la pareja no creyó por su imagen desaliñada, por sus camionetas suntuosas y sus placas de Coahuila y Tamaulipas.

Una mujer les tomó sus datos y los de sus familiares. El resto los despojó de cartera, bolso y celulares, los esposó y encajueló en distintas camionetas Suburban.

Así estuvieron tres días.

"Sin tomar agua, sin comida, encajuelados en un metro, medio metro, tapados... Fue un infierno", describe sereno pero con amargura David, moreno, de bigote blanco al igual que su escaso cabello. Virginia, de menor estatura que él, y con el cabello aún más blanco, asiente en silencio y mira al piso.

Sin saber uno del otro, cuentan que no les quitaron las esposas ni para ir al baño y que debieron permanecer bajo toallas, aunque eventualmente pudieron ver hacia el exterior y escuchar el día a día de aquella pandilla.

Por ejemplo, se percataron de cómo los delincuentes suelen entregar despensas entre comuneros para que les informen sobre el paso del Ejército.

En otra ocasión, Virginia escuchó que uno de los delincuentes preguntó por el contenido de cinco sobres amarillos que traían en uno de los vehículos, a lo que uno de los líderes se los arrebató y le dijo que dejara ahí, que era dinero para los federales.

"De hecho, se vieron con ellos en un Oxxo cercano a la finca, porque los escuché que les estaban dando los sobres. Eso fue el 14 de noviembre", cuenta Virginia.

"Estaban drogándose todo el día, pero lo que más me angustiaba era no saber de mi esposo".

Durante su cautiverio, en el que permanecieron todo el tiempo en las camionetas, las cuales salían...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR