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Unos y Ceros/ El doble regreso de Tom Waits

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Vincent
AutorMauricio Hammer

Los admiradores del extraño, oscuro y (muy) talentoso Tom Waits estamos de plácemes por la aparición no de uno sino de dos muy distintos discos de este artista nacido el siete de diciembre de 1949 en Pomona, California: Alice y Blood Money.

En el primer caso se trata del afortunado rescate de una obra que Waits y su pareja, socia creativa y ángel de la guarda, la dramaturga Kathleen Brennan escribieran en 1992 para ser dirigida por el vanguardista director Robert Wilson, y presentada en el Thalía Theater de Hamburgo aquel año. Se trata de una especie de ópera basada libremente en la obsesión de Lewis Carroll por Alice Lidell, y que lo llevara a escribir sus dos célebres obras: Alicia en el País de las Maravillas y A través del Espejo. Ahora, Waits y Brennan han decidido finalmente grabar Alice, 15 hipnóticas canciones pletóricas de melancolía, de nostalgia, de tristes y desoladoras imágenes. Y por encima de todo, inundándolo todo, la desgarrada e inconfundible voz de Waits.

De este trabajo, el músico ha dicho: "son canciones de adultos para niños o canciones infantiles para adultos": Infierno arriba y cielo abajo/ Todos los árboles se han ido/ La lluvia suena tan bonito/ Para quienes están seis pies bajo tierra/ Las hojas sepultarán cada año/ Y nadie sabe que me fui/ Víveme dorado dime oscuro/ Escóndete de John el Enterrador/ Pero la luna está llena aquí cada noche/ Y me puedo bañar aquí en su luz/ Las hojas sepultarán cada año / Y nadie sebe que me fui. ("No One Knows I'm Gone").

En Alice puede uno encontrar de todo: quejumbrosas baladas de jazz como la homónima que abre el disco; piezas que nos remiten al sórdido mundo del circo o a un macabro desfile callejero (sonidos muy familiares para todo seguidor de Waits), como "Everything You Can Think", piezas que parecen surgidas de un cabaret de la República de Weimar como "Komanienzuspadt", o un Dixieland a la Louis Armstrong como "Table Top Joe", lamentos como "Reeperbahn". Y todo aderezado con la fascinante y completísima instrumentación de que gusta echar mano...

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