Doble cadena

Las rejas no ha sido obstáculo para que reos de cárceles capitalinas legalicen su relación al contraer matrimonio.

Para los internos, casarse es un aliciente para aguantar los días en la cárcel y soñar con salir y comenzar una nueva vida.

Ernesto Arreola, de 24 años de edad, tiene 5 años en el Reclusorio Oriente y cumple una pena de 26 años y 8 meses por tentativa de secuestro. Bárbara Jiménez tiene 28 años y trabaja en un spa. El mes pasado contrajeron matrimonio.

Su relación comenzó cuando Ernesto estaba en libertad y una Navidad se conocieron y se hicieron novios.

Cuando el joven fue detenido, Bárbara desconocía dónde estaba y el motivo de su ausencia, hasta que él mismo le llamó por teléfono.

Desde entonces Barbará comenzó a acudir al menos dos veces a la semana a visitarlo, a pesar de las dificultades económicas y los gastos que representa.

"Tuvimos una plática y decidimos que queremos hacer una familia, pero decidimos que lo correcto era primero casarnos y fortalecer más nuestro amor, le estamos echando todas las ganas para salir adelante", dijo Ernesto, quien espera buscar un amparo que le permita salir en libertad.

Bárbara aseguró que a pesar de que es complicado tener un matrimonio con una persona que está en reclusión, su amor puede superar ese obstáculo.

"Para mí fue muy emocionante casarme, sobre todo...

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