Divinidad hecha piedra

AutorIvett Rangel

Enviada

SIEM REAP, Camboya.- Dicen que la primera impresión jamás se olvida. En Angkor Wat se comprueba la vigencia de la afirmación.

Basta un primer minuto sobre la explanada para que los ojos y la boca se abran al máximo ante la dimensión de este templo hinduista en el que, se dice, está el centro del universo.

Quizá de ahí venga la sensación de hacerse pequeño mientras se camina hacia la entrada principal.

Angkor Wat es carta de presentación de esta ciudad (y del país mismo), por su extensión y conservación. Este templo es el principal de la Ciudad Perdida de Angkor, donde hay más de 100 templos.

Angkor Wat es la ciudad de los dioses reyes y donde los hombres se transforman en dioses.

Su belleza impone tanto que se olvida el calor y la humedad que mantienen la ropa pegada al cuerpo.

Ese aire dulce y tibio (casi caliente) sirve como preámbulo del descubrimiento de la cosmogonía hindú labrada en piedra: una construcción de cinco torres cuya pared externa simboliza la orilla del planeta, y el pozo que la rodea, el océano.

En cada torre, o centro de culto, reside un dios.

La mayoría de los visitantes ingresa por la entrada principal, destinada sólo a los reyes y a su familia en la antigüedad.

Un guía local sugiere un acceso alterno, donde ancianas de cabeza rapada y mirada escrutadora cuidan la figura del dios Vishnú, quien posee seis glorias divinas: control, conocimiento, energía, fuerza, resplandor y virilidad.

La imagen sagrada debe tocarse con ambas manos para tener una vida con, al menos, una de tales cualidades. Todos siguen el ritual.

El sopor creado por los casi 40 grados de temperatura desaparece en esta galería, la frescura nace de la roca en las paredes y el suelo.

El recorrido lleva a una pared exterior tallada completamente. En ella se cuenta la epopeya hindú Mahabarata en altorrelieve, e historias de la dinastía Khmer, que edificó el lugar.

Cientos de figuras saturan el espacio. Resulta imposible, en unas cuantas horas, admirar cada detalle.

La pared interna está decorada con apsaras (ninfas celestiales). Se descubre luego que habitan por todo Angkor Wat (hay más de 3 mil).

El atardecer está por anunciarse. Inicia la búsqueda del mejor sitio para observarlo. Las piedras de Angkor Wat cambian al morir cada día.

Los últimos rayos de sol cubren la fachada principal y se cuelan entre los rincones pintando el...

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