Divide a Arizona la lucha fronteriza

AutorAlberto Armendáriz

MURAL/Enviado

NACO, ARIZONA.- La noche es fría y silenciosa en los alrededores de este puesto de la Patrulla Fronteriza. Un muro metálico delimita la frontera entre México y Estados Unidos, donde el desierto se ha convertido en un campo de batalla en el que las víctimas son siempre las mismas: los inmigrantes.

Los 36 monitores de la consola del cuarto de control del puesto de Naco muestran imágenes en vivo obtenidas por las cámaras infrarrojas.

En uno se ve cómo un grupo de migrantes capturados suben a dos camionetas de la Patrulla Fronteriza. En otro, cactus y pastizales del desierto sonorense. Cuando uno de los agentes en la habitación enfoca la cámara a control remoto sobre una mancha negra, a Weidman le dan sospechas. Mientras Faustino no se imagina cómo lo descubrieron. Originario de Cholula, Puebla, llevaba seis meses planeando cruzar.

"En Puebla hay poco trabajo, no podemos sobrevivir", dijo a MURAL este albañil de 40 años.

"Nos tuvimos que arrastrar por la tierra para cruzar el muro", explicó sentado en un gran banco blanco con esposas metálicas. Detrás de él un póster con la imagen de la Muerte dice: "El coyote. Muerte a quien lo sigue. ¡No confíes!".

Faustino llegó solo a Nogales, pero allí lo juntaron con 13 personas y un coyote al que pagó mil 600 dólares por guiarlo. "Cuando vio la moto de la patrulla se echó a correr y desapareció", dijo.

Antes de que lo detuvieran pasó 5 horas caminando en la noche. Llevaba un morral con una muda de ropa limpia ("Me dijeron que una vez en Estados Unidos hay que verse bien") y dos galones de agua, para cuando saliera el inclemente sol.

"Sí, tenía miedo. Dicen que hay muchos asaltos y animales peligrosos", dijo. Pero ni los riesgos ni la detención le tirarán sus planes. "Voy a intentarlo otra vez y sino me regreso a mi pueblo".

A un costado de Faustino, escoltada por un agente de la patrulla, María, de 31 años, de Chihuahua, puso sus dedos derechos sobre un escáner. A su mano izquierda se aferraba su hija, de no más de 5 años. Atrás de ellas, en otra habitación con reja metálica aguardaban unos 30 migrantes, la mayoría hombres, siete mujeres y cinco niños. "¡Tenemos hambre!", se quejaban.

No pasarán allí más de un par de horas, explicó Weidman. La patrulla los trasladará pronto al lado mexicano de Naco, donde la mayoría intentará cruzar de nuevo en pocos días.

Las presas del 'coyote'

"A la mañana los encontramos sedientos, perdidos. Los más débiles son abandonados por los 'coyotes' que debían...

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