Diván Especial/ Sólo unas tijeritas

AutorJosefina Leroux

¿En qué gastamos el dinero? El dinero es fruto de nuestro trabajo, el equivalente de nuestro esfuerzo de cierto tiempo, un interés de la inversión que hemos hecho en conocimiento, pero se nos olvida cuando le damos uso en el que pierde el significado o al contrario, adquiere más de lo debido.

Cuando al dinero no se le concede el valor de lo que significa o lo que significa no tiene valor para nosotros, se gasta excesivamente. Pero sucede también, como en el caso de los avaros, que se adjudica tan especial interés a la acumulación del dinero que se convierte en un fin, y no el medio para la obtención de otros bienes.

Es que cada persona gasta en cosas diferentes según sus intereses y valores.

La mayoría de los mexicanos consume el total de sus ingresos en alimentación y techo. Pero también hay quienes derrochan en alcohol, adicciones, parranda, juego, ropa, cosméticos, joyas carros, etcétera. Cada quien en lo que cree que necesita o simplemente en lo que se le antoja.

Hay algunos que les gusta guardar, ahorrar para el futuro o solamente para tener dinero y sentirse poderosos.

El cómo gastamos y en qué lo hacemos dice mucho de nosotros.

Los que suelen gastar mucho pueden ser impulsivos; los ahorrativos, perfeccionistas u obsesivos; los que invierten en acciones, aventureros, visionarios.

Al comprar revelamos no solamente un estilo de personalidad, también intereses y valores.

Así, los que adquieren libros transparentan su deseo de conocimientos, de superación; como los que pagan por discos compactos su capacidad de gozo, sensibilidad y quizás su afición por una de las bellas artes.

Los que compran alcohol o drogas revelan su angustia y desesperación. Conozco alguien que compra estrictamente lo que necesita, traduciendo en este estilo su enorme disciplina.

Cuánto nos impresionó a Maruchi y a mí en un viaje relámpago que hiciéramos "al otro lado" de compras, que Marcela, después de haber cobrado uno de sus primeros salarios, y después de terminar el único día disponible había comprado tan sólo una tijeritas. No lo podíamos creer cuando llegamos al punto de reunión para pasar la frontera de regreso. En cambio, cada una de nosotras llenaba tres o más bolsas grandes de ropa, telas, cosméticos, joyería de fantasía y un sin fin de cosas que no necesitábamos.

Teníamos como 22 años y nos sentíamos ricas después de haber trabajado sin descanso en una investigación a nuestro cargo, la primera como profesionistas. Nos sentíamos orgullosas porque en vez...

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