Diván Especial/ Finalmente, decido

AutorJosefina Leroux

Los problemas son para resolverse, no solamente sufrirlos

Los problemas se perpetuán porque no tomamos decisiones para resolverlos. El miedo no permite tomarlas. Opciones existen y danzan en la mente durante días, semanas y años sin que los dolientes podamos tomar alguna para hacerla efectiva.

Curiosamente, son las circunstancias externas las que provocan que un día, abruptamente, a diferencia de una ambigüedad que parecía eterna, definamos una postura ante algún problema y actuemos con energía.

Es como si existiera un límite que algún estímulo alcanza y desde ese momento no pudiéramos tolerar un instante más en las mismas circunstancias antes soportadas.

El momento del cambio llega fácil así, de afuera hacia dentro. Pero para que ocurra, hubo de darse un proceso no del todo consciente de reflexión interna y consideración de muchos factores.

El primer paso del proceso consiste en sentir que las cosas no ocurren como esperábamos; sin ponerle nombre, la frustración provoca una serie de desilusiones y decepciones, sin embargo, aún existe la esperanza de que los problemas encuentren una vía de solución.

Aunque se experimenta una especie de confusión que no permite saber claramente qué está sucediendo, el proceso continúa.

En estas primeras etapas, la responsabilidad no recae en alguien especial, los problemas se atribuyen a circunstancias fortuitas que se piensan temporales.

Poco después, conforme el problema se instala en nuestras vidas, empezamos a sentirnos víctimas de personas o situaciones, pero el ánimo todavía vigente nos permite tratar alguna forma de solución. Ni siquiera es una solución estratégica, sino alguna fórmula ajena aprendida socialmente, parte de una lógica o un supuesto orden del devenir de los hechos vitales.

Los primeros ensayos de solución pueden ser aparentemente certeros, dependiendo de la disposición de personas involucradas. Pero los acontecimientos que estructuran los problemas volverán a repetirse, si no llegamos a su entera comprensión, ya que lo que pasa puede ser tan sólo una manifestación o síntoma de un hecho inconsciente más profundo.

Analizar qué sucede verdaderamente es el capítulo más largo del proceso de solución de problemas; ir del entendimiento hasta la comprensión de la forma y el sentido, porque desenredar los hilos de un embrollo no es tarea fácil.

El autoengaño es un mecanismo de defensa que nos impide ver claro; así como el narcisismo, ese amor propio que nos coloca en el centro del planeta, que...

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