Diván Especial / Renacer religioso

AutorJosefina Leroux

El deterioro de las iglesias, de nuestra Iglesia católica, marca la urgencia de un renacimiento como lo hubo después de la Edad Media. Esta época se conoce más por el auge humanista y artístico, pero también se caracterizó por su renovación religiosa, misma que tuvo lugar como tentativa de volver a la revelación original y a las fuentes originales del cristianismo.

La religión del amor y la caridad que nos legó la historia de Jesús ha sufrido dolorosas tergiversaciones en dos mil años dañando al prójimo que poco a poco va sintiéndose excluido de la gracia de Dios. Los miles que se dan de baja y refugian en sectas dan cuenta de ello.

La vida de Jesús, el principal Evangelio, se ha desvirtuado a través de los tiempos. El discurso de muchos de sus representantes no refleja ya la compasión por el pecador, mucho menos la humildad para tratar a los que, en la ignorancia o carencia, optan por el mal.

Qué va, al contrario. Escuchamos a muchos de los jerarcas religiosos mostrar una soberbia que ni Dios padre tendría, actitud que reduce paulatinamente su poder de convocatoria.

Debe resultar difícil desde el autoritarismo que ostentan darse cuenta que la gente no obedece ya sus leyes. En su desesperación hacen uso de su poderío para señalar, juzgar y sentenciar. Quedan pocos fuera de su infierno y no saben como devolverles la promesa del cielo.

No más miedo

Si el miedo fue el primer azadón que usaron por siglos los sacerdotes para meter al redil a las ovejas, caducó su poder ante el materialismo. La amenaza del fuego eterno en otra vida no pudo competir con el hedonismo del modernismo aquí y ahora. El desprestigio del bien se ha cimentado en el espacio creciente de la ilegalidad y la injusticia, esos lugares comunes donde los que se portan mal y los que abusan son los que salen ganando.

Resultó un mito el anuncio de la bondad como fórmula para ser feliz en la Tierra. Opuesto a ese principio, la abnegación y el sacrificio, piedra angular de la recomendación eclesial a las mujeres, significó el caldo de cultivo del machismo autoritario y la violencia.

Pero igual que los padres incompetentes que no saben más que amenazar a sus hijos, algunos pastores no hacen algo más que sermonear. No se han tomado la molestia ni el tiempo de prepararse para difundir el bien por otras vías que no sea la predicación de su palabra, a veces tan ajena a la de Jesús.

La necesidad espiritual esta insatisfecha con este estilo tan común de magisterio religioso.

Perdida de...

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