Diva y villana del cine mexicano

AutorRafael Aviña

El cine mexicano también supo llevar a derroteros increíblemente hormonales a sus villanas nacionales, como la recién desaparecida María Félix, en papeles a su medida como La devoradora, Doña Diabla o La mujer sin alma; así como la rubia debilidad de una Emilia Guiú que trastorna a los hombres en Puerto de perdición o Quinto patio, sin faltar Leticia Palma en Hipócrita o En la palma de tu mano, y quizá la mezcla de ingenuidad y perversión de una Ninón Sevilla en Sensualidad.

No obstante, en medio de aquellas mujeres intocables, objetos de lujo trastocados en reinas despiadadas que esclavizan con sus encantos y con sus formidables y sinuosos cuerpos para poner en duda la virilidad del macho, destacó de manera particular María Cristina Estela Jurado García, mejor conocida como Katy Jurado (1924-2002), actriz y hembra exuberante de mirada lánguida y ojos grandes e incitantes, que debutaría como adolescente fatal en Internado para señoritas, en 1943.

Katy Jurado se convirtió casi de inmediato en la antítesis de las tiernas heroínas femeninas del cine mexicano: la mujer comehombres, la vampiresa sin escrúpulos que Katy encarnó en cintas como No matarás, Nosotros los pobres, Hay lugar para... dos, Cárcel de mujeres, El bruto, La mujer del carnicero. Lo curioso es que no sólo logró destacar en el ámbito nacional, sino que además traspasó fronteras muy pronto, siendo incluso nominada al Oscar y alternando al lado de figuras de la talla de Marlon Brando, Burt Lancaster, Spencer Tracy, Gary Cooper, Grace Kelly, Ernest Borgnine y muchas otras estrellas consagradas.

De hecho, Katy supo hacerse de un estilo propio, de una cadencia especial para recitar sus diálogos y de ofrecer al espectador una sensualidad a medio camino entre la ingenuidad y la perversidad. Así, luego de cintas como La vida inútil de Pito Pérez, La sombra de Chucho El Roto, El museo del crimen o Guadalajara, pues, conseguía en 1947, de la mano de Ismael Rodríguez, uno de sus mejores roles en Nosotros los pobres. En ella, interpretaba a "La que se levanta tarde", una cachondísima coqueta que puede conseguir lo que sea con su cuerpo, pero, al mismo tiempo, sabe ser amiga de ley y mostrar ternura, con todo y su chiclote o el cigarrillo entre los labios.

Un papel muy similar que llevó a extremos delirantes en la secuela de Esquina bajan, de Alejandro Galindo, Hay lugar para... dos (48), con los inolvidables David Silva, Fernando Soto...

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