'Lo que disfruto es hacer música'

AutorErika P. Bucio

"¿Noventa y ocho años? Me parecen una barbaridad", dice Luis Herrera de la Fuente.

Apenas el 25 de abril los había cumplido, y esa mañana de mayo convalecía de un mal respiratorio y aún precisaba de un aparato para suministrarle oxígeno. Aunque con dificultad, ya podía mantenerse en pie. Había superado la fractura de ambas piernas. Con la ayuda de una enfermera, pudo cruzar de su recámara hasta su estudio, un inmenso repositorio de libros de historia, literatura y arte, para alcanzar su piano de cola Weinbach.

Un piano que ya no toca por culpa de la artritis. "Tuve que dejar de estudiar", se lamenta. El trabajo de composición, al que se entregó desde su retiro del podio, a los 90 años, lo mantiene ocupado.

Terminó los primeros dos movimientos de su tercera sinfonía. "¿Será un regalo por sus 100 años?". Herrera de la Fuente suelta una carcajada: "¿Tú crees que voy a llegar hasta allá? No, imposible".

Su oído se ha debilitado, pero su memoria está intacta, como su pasión por la lectura. Sobre la cama, entre los periódicos del día, había una lupa y The Civil War, de Shelby Foote, 3 volúmenes, casi 3 mil páginas.

Herrera de la Fuente, ya retirado, subió al podio en ocasión de sus 95 años para el estreno de tres de sus obras con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.

"Estoy en plena conciencia de la imposibilidad para mí de realizar nada; ya no tengo tiempo", decía en 2011. Ahora, cuando se acerca a los 100 años, sólo piensa en celebrar trabajando. "No he hecho otra cosa durante toda mi vida".

Primero que director, quiso ser compositor, una labor íntima. "En el estudio, entre más solo, mejor". Entró en la adolescencia con el impulso de escribir música. Era un estudiante de la Secundaria 4, en San Cosme, cuando escribió su primera obra: Fantasía en do menor. Corría 1929, el año de la huelga universitaria en reclamo de la autonomía. Bajo la nueva ley, se creó la Facultad de Música.

"¿Qué vas a estudiar?", le preguntaron sus padres, Luis Herrera y Josefina de la Fuente. Esperaban oír "piano", pero respondió "composición". El hijo tenía 13 años y había decidido dejar la secundaria. "Eres muy niño", le dijo el director de la Facultad, pero lo escuchó tocar y se quedó.

Fue un tiempo de música y trabajo. Así lo cuenta en La música no viaja sola, sus memorias, publicadas en 1998. Se unió a una orquesta de jazz como pianista, con la que tocaba en El Faro, un tugurio de Niño Perdido. Iba a la radio, a bailes y al cabaret. Le disgustaba que en los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR