Disfruta su otoño 95 en casa del abuelito

COACALCO.- EN SUS últimos últimos días de vida, Enriqueta relata que fue feliz en la pobreza.

A sus 95 años de edad, un cáncer de mamá le fue diagnosticado por 3 diferentes doctores, quienes pronosticaron que tendrá un corto aliento.

Enriqueta, es parte de los 16 abuelitos que conforman la Casa Hogar Kemuel, palabra que significa "lugar levantado por Dios".

A este albergue, que es administrado por una familia encabezada por un oficial albañil, son llevadas -o llegan por algún medio- personas de la tercera edad que fueron abandonadas.

Enriqueta, lúcida para hablar, recordó que años atrás lavaba y planchaba para ganar dinero para mantener a su única hija.

El recuerdo hace que sus ojos se cristalicen, que el presente comparte también entre risas con sus amigos del Kemuel.

"Le pido a Dios que me recoja a la hora que sea", expresó Enriqueta. "Siendo pobre, fui feliz. Todo el tiempo trabajé en casa y mi hija empezó a trabajar, me pagaban lo que hacía, lavaba o planchaba o lavaba algún piso y me lo pagaban, ya me daban mis centavitos y pues íbamos a comer con manteca".

Martha García, representante de la Casa Hogar, reconoció que la tarea más difícil de mantener con recursos propios el albergue es cuando doctores diagnostican pocos días de vida a los abuelitos, pues su principal preocupación es alargar su tiempo de vida.

"Es desesperante cuando tenemos un abuelito que está grave o que me dice el médico que prepare todo porque va a morir, en ese momento a nosotros se nos acaba el mundo", relató.

Además de que doctores les regalen medicamentos para los habitantes del albergue, se encuentre en un predio prestado.

Cuando un abuelito llega a la casa hogar, lo primero que hacen es dar aviso al Centro de Atención a Personas...

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