DISCULPE LAS MOLESTIAS... / Como en el vértice de un juramento

AutorJulio Trujillo

A estas alturas de la vida, aún no me quedan muy claras las consecuencias de haber nacido un 16 de septiembre. He capoteado durante 43 años las bromas que comparan el Grito de Independencia con el grito que dio mi madre al parirme. Eso está bien, aunque en honor a la verdad no era la ceremonia del Grito la que sucedía sino el desfile: un enjambre de tanques y soldados precedió mi nacimiento.

Pero lo que aún no consigo desentrañar (y estoy seguro que mi dilema nace por culpa de Hollywood y sus influencias) es si esa coincidencia del calendario debería tener algún tipo de ascendente de orden patriótico sobre mí. No, por supuesto, me digo de inmediato. Tal vez incluso al contrario: huir de esa carga me ha llevado a detestar los nacionalismos y conceptos como "soberanía", de tal forma que vengo pidiendo a gritos, desde hace rato, que alguien con dos dedos de frente le venda o rente nuestro petróleo a los alemanes.

Pero entonces se me aparece un fantasma horrendo: el Tom Cruise de Nacido el 4 de julio, y me invita a hurgar en mí a ver si encuentro una chispita de amor patrio. Caray, por supuesto que hay una chispita, y más que eso. Y no me refiero a que entre mis cartas credenciales está el haber memorizado y declamado en varias ocasiones el "Credo" del "Vate" López Méndez, ese que comienza: "México, creo en ti, / como en el vértice de un juramento". No no. Y tampoco me refiero a que cada año acudo con emoción a los quioscos de banderitas y compro una para el coche, más por perpetuar un ritual que comparto anualmente con mis hijos que por otra cosa. No. Mi chispa -y más- de amor patrio la enciende la simpatía que me producen muchas cosas mexicanas. Esta ciudad es una de ellas, entre muchas, y esta ciudad es a su manera un compendio del país.

Si nada existiera en el mundo más que la sopa verde del Danubio, por ejemplo, y la expedición al centro de la ciudad que implica ir a paladearla, me bastaría para ser de la barra brava de México.

Y si toda la...

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