Ni diosa ni vaca

AutorAntonio Lazcano Araujo

ANTONIO LAZCANO ARAUJO

MIEMBRO DE EL COLEGIO NACIONAL. FACULTAD DE CIENCIAS UNAM

¿Se puede dividir al conocimiento científico en puro y práctico, se puede desmembrar a la ciencia en básica y en aplicada? ¿En sociedades como la nuestra, caracterizadas por grandes contrastes socioeconómicos, se deben imponer a la comunidad académica directrices para que se oriente a la solución de los problemas nacionales? Friedrich Schiller, el gran poeta del romanticismo alemán, no solo se dio tiempo para escribir la Oda a la alegría y una magnífica María Estuardo, sino también libros y ensayos sobre historia en donde afirmó que la ciencia es una diosa, no una vaca a la que hay que ordeñar para producir mantequilla. A medida que la investigación científica se fue institucionalizando a lo largo del siglo XIX, las disputas sobre el carácter y los objetivos de la investigación se intensificaron, y con ellos la discusión sobre la responsabilidad del Estado en guiar los caminos y objetivos de las ciencias.

El debate se acentuó luego de la Revolución Rusa. Contra lo que algunos creen, los bolcheviques no tenían una actitud anticientífica, sino que pretendían destruir el aparato científico que habían heredado del régimen zarista para ponerlo al servicio de la revolución. Lenin había dicho que comunismo es socialismo más electricidad, y poco a poco se fue desarrollando la idea de generar una ciencia basada en el materialismo dialéctico, con sentido social y orientada hacia la solución de problemas prácticos. Como lo demuestra el ejemplo de Trotsky, no todos los bolcheviques pensaban igual. Ciertamente no era un demócrata, pero era inteligente, culto y cosmopolita, y compartía el interés por los avances científicos que caracterizó a Marx, pero sobre todo a Engels. Aunque había leído a Schiller, sabía que la ciencia no es ni una diosa ni una vaca.

En 1925 Trotsky inauguró un congreso de químicos en Moscú, y luego de desmenuzar minuciosamente la obra de Mendeleyev, afirmó que un científico que lleva a cabo sus investigaciones sin preocuparse por su significado social, en realidad está llevando a cabo una obra de enorme significado social. Pocos años más tarde Trotsky fue exiliado por Stalin, cuyo desprecio por la democracia corría paralelo a una mentalidad pueblerina sin interés en la cultura y mucho menos en la ciencia. Dueño absoluto del poder político, con la ayuda de seguidores como Lysenko, Prezent y otros más Stalin fue tomando el control del aparato científico...

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