'Dios se está riendo de mí'

AutorSilvia Isabel Gámez

Ernesto Cardenal ríe al recordar al joven que fue, prendado siempre de muchachas bellas. Su madre, Esmeralda, decía que era el más enamorado de sus hijos varones y, en sus memorias, el poeta confiesa haber llorado de amor.

Decía usted que prefería a las mujeres guapas porque en ellas veía "el pincel de Dios".

No me acuerdo de haber dicho eso -sonríe-. Pero lo suscribo.

El sacerdote poeta, teólogo y escultor, nació un 20 de enero, hace 90 años, en Granada, Nicaragua. Compuso sus primeros versos, dice, con sólo 7 años.

"Tal vez antes. Simplemente, nací poeta".

Recuerda que su papá, Rodolfo, le leía a Rubén Darío en el corredor de la vieja casa familiar de León. "Eso me hizo empezar a juntar las palabras y buscar que hubiera rima. Era muy chiquito. Antes de escribir, ya recitaba de memoria poesía".

Creció dividido, cuenta, entre su vocación religiosa y su amor por las mujeres. "Estaba en esa dualidad: una cosa me atraía y la otra me perseguía. Después sentía remordimiento por no entregarme a Dios".

Desde sus poemas iniciales, como "La casa de Cristo", escrito con 15 años, se dirige a la divinidad: "Muéstrame dónde vives y en qué casa / O dime por lo menos en qué calle".

"Quisiera haber tenido dos vidas: una para dársela a Dios, y otra para vivirla en matrimonio", afirma Cardenal. "Pero debía renunciar a una esposa para unirme a Dios, y eso hice", dice en entrevista en la Ciudad de México en diciembre pasado.

Su obsesión a los 22 años, escribe en Vida perdida, era el sexo con amor: "Un deseo casi infinito de matrimonio. Una gran envidia de los compañeros casados".

Cardenal estudió literatura en la UNAM y en la Universidad de Columbia, antes de ingresar en 1957 al monasterio trapense de Getsemaní, en Kentucky.

"La poesía me llevó a Dios, a la mitad de la vida. Tuve muchos enamoramientos, una existencia disipada hasta que me enamoré de Dios, que es la fuente de toda belleza".

Un mal psicosomático, que le provocaba dolores de cabeza, lo obligó a dejar la trapa. Su maestro de novicios, el escritor Thomas Merton, le aconsejó fundar una comunidad contemplativa en Nicaragua.

"Pero también me dijo que debía hacerme sacerdote, porque el catolicismo era muy clerical, y sólo así podría reunir a otros en una pequeña orden".

En 1965 fue ordenado sacerdote en Managua. Merton debía reunirse con Cardenal, pero murió antes de obtener el permiso de sus superiores. "Fue así como fundé la pequeña comunidad de Solentiname, hasta que llegó la revolución...

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