EN EL DINERO / Banxico-SHCP ¿Ortodoxia o populismo?

AutorJoel Martínez

La inflación ya toca la puerta. Para julio, la gasolina Magna subió 1.82 por ciento y la Premium 2.42.

Y esto apenas es el principio, los precios internacionales del combustible han subido 61 por ciento desde mediados de febrero.

En ese mismo tiempo el gas natural subió 45 por ciento en los mercados internacionales.

Además, hay que recordar que, durante 2015, el Gobierno bajó los precios de la electricidad debido a que traspasaba los beneficios de la baja de costos por la sustitución en la generación de electricidad usando combustóleo por gas natural.

Ahora, en 2016, el proceso se revertirá y las tarifas eléctricas deben subir por el aumento de los costos.

El impacto es mayor porque además del repunte de los precios internacionales de la energía, el peso se ha depreciado.

Y sigue siendo una moneda apestada.

En lo que va del año, nuestra moneda se ha depreciado casi 8 por ciento, sólo la libra, con -8.7, y el peso argentino, con -15, están peor.

Pero todas la monedas comparables con el peso mexicano han ganado terreno en 2016, como el real brasileño, que se ha apreciado 18.4 por ciento, el rublo ruso 12.2, el peso colombiano 8.2, el peso chileno 6.0, el dólar canadiense 6.1, el rand sudafricano 4.2 y el sol peruano 3.5 por ciento.

El argumento de que el peso mexicano está golpeado exclusivamente porque es la moneda emergente más líquida es ingenuo.

Hay un castigo a la moneda porque se tienen excesivas laxitud monetaria y fiscal.

Hay una dolarización externa e interna que paga por ver que las autoridades (Banxico y Hacienda) tomen medidas ortodoxas monetarias y fiscales.

Y es que la laxitud fiscal ya es escandalosa:

Desde 2006 hasta 2015, el gasto ejercido en promedio ha sido de 1.2 puntos del PIB por arriba del presupuestado.

De 2006 a 2015 hay déficit fiscal primario, es decir, flujo de caja negativo.

En 2006 la deuda pública representaba el 29 por ciento del PIB, en 2015 fue de 49.

Desde 2009, Hacienda nunca ha cumplido con sus promesas de estabilizar el aumento del coeficiente de la deuda.

Pero la laxitud monetaria no se queda atrás:

Se han pagado tasas reales negativas desde hace varios años.

La depreciación del peso ha sido excesiva y ya empieza a generar inflación.

No por tener un dólar más caro se va a exportar...

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