El dilema: reformarse o estancarse

Desde una perspectiva conservadora se dice que el Estado puede funcionar aunque no se reforme. Esta afirmación no tiene en cuenta las siguientes circunstancias:

La estructura del Estado ha envejecido. Las actuales instituciones se fueron amoldando a las necesidades de un sistema de partido hegemónico que para perdurar sólo tuvo que ceder algunos espacios a la oposición. Por ejemplo, el tránsito de los diputados de partido, incorporados mediante la reforma constitucional de 1963, hasta los de representación proporcional, cuya primera versión fue adoptada en 1977, obedeció a la lógica de dar legitimidad al partido dominante. La realidad política cambió pero la estructura institucional sigue igual.

La estructura del Estado es disfuncional. La configuración actual de los órganos del poder se acomodó al ejercicio vertical del poder presidencial. Toda decisión superior recorría el trayecto descendente casi sin resistencia, hasta el momento mismo de traducirse en acción administrativa, disposición legislativa o resultado electoral. Cuando la oposición cobró cuerpo, el verticalismo encontró tropiezos, aunque en ningún caso se inclinó hasta alcanzar la horizontalidad en las relaciones de poder propias de una democracia constitucional. El peso específico del Presidente sigue siendo muy elevado, pero con un par de problemas: no dispone de los medios para hacerse obedecer sin regateos, ni de los mecanismos para negociar con éxito.

La ciudadanía se aleja de la política. La cultura patriarcal sigue dominando el espectro político nacional. Esto puede facilitar de algún modo el trabajo gubernamental, pero no contribuye a consolidar un sistema democrático. La representación colectiva del poder sigue vinculada a la imagen paternal del gobierno. Esta cultura, de cuño ancestral y consolidada durante la etapa hegemónica, puede seguir así por mucho tiempo más pero no fortalecerá las instituciones democráticas. No existe una convicción dominante sobre la necesidad de una reforma institucional, entre otras cosas porque los dirigentes sociales tampoco creen que sea útil.

La cohesión social se debilita.

Son numerosos los factores que están generando escisiones en la sociedad mexicana: la desmesurada concentración de riqueza en pocas manos; la desconfianza en las instituciones; la corrupción y la decreciente identificación colectiva con la Constitución, con el consiguiente impacto negativo en cuanto al Estado de derecho.

En un Estado donde se ha alcanzado un alto...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR