Te lo digo, Diego

AutorFrancisco de Icaza Dufour

Mi impericia en la materia artística no me permite hacer una crítica de la obra de Diego Rivera. Sin embargo, no sucede lo mismo con las ideas contenidas en el mensaje expresado por el pintor en su obra, que no es más que la visión maniquea de la historia mexicana, heredada, inventada y oficializada por la dictadura partidista detentadora del poder a lo largo de 71 años.

Una historia de buenos y malos, cuya única finalidad, como sucede en todos los regímenes dictatoriales, era buscar la legitimación histórica del grupo en el poder como supuesto heredero y causahabiente de las mejores causas y de los más preclaros o buenísimos próceres, cuya vida convierten en algo más digno de la hagiografía que de la historia, en tanto quienes disentían o no pensaban igual eran señalados como traidores o al menos, como alguna vez dijo Echeverría, eran emisarios del pasado y nostálgicos de un Emperador rubio.

La pintura de Diego es la mejor representación artística de nuestras contradicciones históricas. Cargada de odio, muestra sin pudor el problema ontológico del alma mexicana. Alma mestiza a la que por más de un siglo le ha sido inculcado el odio al 50 por ciento de su propio ser y se le ha enseñado a denostar a España en español.

Los murales muestran las crueldades de los encomenderos, los vicios del clero, los tormentos de la Inquisición, las corruptelas de los gobernantes, en contraste con una representación idílica del mundo prehispánico. En cambio, no exaltan la labor humanitaria de Motolinia, de Gante, de Las Casas, o de Sahagún; a los grandes gobernantes como Antonio de Mendoza, los Velasco o Revillagigedo. Tampoco hacen encomio de nuestra Real y Pontificia Universidad, primada de América, ni del Real Colegio de Naturales de Tlaltelolco, en donde los indios aprendían a leer a los clásicos en latín y en griego, ni a la abundante riqueza de las ciencias y de las artes del periodo virreinal.

¿Por qué en vez de machacar la destrucción y el odio, no se exaltaron los aspectos positivos? En lugar de curas libidinosos y Obispos beodos, hubiera sido mejor pintar a fray...

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