Diego Valadés / Segunda vuelta presidencial

AutorDiego Valadés

En diferentes ocasiones he expresado mi opinión contraria a la segunda vuelta para elegir al presidente de la República. Lo esencial de mi argumento es que el Presidente así elegido tendría la ilusión de contar con apoyo popular mayoritario, y con eso le bastaría para actuar como si fuera el dueño de una voluntad dominante.

En un sistema con la tradición personalista de México, y con instituciones muy débiles que siguen obedeciendo a un modelo patrimonialista de apropiación particular de las funciones públicas, acentuar la fuerza plebiscitaria presidencial nos mantendría en el atraso democrático.

Para conseguir la gobernabilidad que nos falta y superar el personalismo que nos sobra, la reforma constitucional de 2014 introdujo el gobierno de coalición como una posibilidad a partir de 2018. Este tipo de gobierno permitirá que el Presidente que desee construir una mayoría política en el Congreso busque acuerdos que propicien la gobernabilidad democrática.

La legitimidad no depende de la cantidad de votos sino de la calidad de la elección. De otra manera habría que aplicar la segunda vuelta en todos los procesos electorales. Sin embargo hay signos de que la segunda vuelta se introducirá, no por sus discutibles ventajas institucionales sino por razones de coyuntura política.

Se considera que con la segunda vuelta se evitaría la polarización extrema de los electores en 2018 y se atenuaría el riesgo de que los representantes políticos de entre el 60 y el 70% de la población asumieran posiciones rígidas que condujeran a un bloqueo institucional. Se teme que un Presidente minoritario, acosado, se vería tentado a romper el cerco acudiendo a la movilización social. Si lo consiguiera, en los hechos se darían los efectos de un apoyo plebiscitario convocado por un Presidente ya investido, lo que pondría al Ejecutivo en una posición de ventaja pues lo conseguiría utilizando los arbitrios del poder. El problema es que esto también podría suceder con quien tuviera mayoría absoluta, si no quisiera o no pudiera negociar con el Congreso.

Al margen de las motivaciones que lleven a la inclusión de la segunda vuelta para elegir Presidente, es importante que, de hacerse, al menos se haga bien. Hay quienes señalan que no es necesaria una reforma constitucional pues el artículo 81 constitucional dispone: "La elección del Presidente será directa y en los términos que disponga la ley electoral". Conforme a esta disposición bastaría con modificar la Ley...

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