Diego Valadés / El federalismo como coartada

AutorDiego Valadés

A René Delgado, en testimonio de afecto al amigo y de reconocimiento al periodista.

El federalismo es una técnica de distribución y control del poder que en varios países funciona de manera satisfactoria. No es el caso de México.

En nuestro país el federalismo fue mal construido desde su origen por lo que sus efectos se traducen en autoritarismo, corrupción e ingobernabilidad creciente.

Los errores parten de 1824 cuando el primer constituyente del México independiente hizo una lectura equivocada de la Constitución norteamericana. Los constituyentes no advirtieron que la denominación "Estados Unidos de América" adoptada por la Constitución de aquel país se debía a que, al separarse de Inglaterra en 1776, las trece colonias se habían convertido en Estados soberanos mediante los Artículos de la Confederación, con los que cada nuevo Estado refrendó su independencia respecto de los demás.

Dirigentes como Washington, Madison y Hamilton advirtieron que esos pequeños Estados crecerían aislados del resto del mundo, tenderían a reproducir los conflictos económicos y limítrofes de los países europeos y podrían ser reconquistados por una potencia superior. De ahí surgió la idea de una unión, con un gobierno nacional, que se plasmó en la Constitución de 1787 aunque sin superar muchos desaciertos procedentes de la Confederación.

El equívoco iniciado en 1824 se profundizó a partir de 1857, cuando la Constitución determinó que los Estados serían "libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior". A lo largo de 160 años esos Estados han generado muchas distorsiones políticas y jurídicas. Por carecer de un federalismo democrático y funcional se optó por infringir las disposiciones constitucionales para hacer gobernable al país, como sucedió con la dictadura porfiriana y con la hegemonía de partido.

Durante largos periodos los gobernadores fueron colaboradores presidenciales, expuestos a ser removidos mediante fingimientos legales. Cuando la democracia electoral llevó el pluralismo político a los gobiernos estatales, subsistieron las estructuras internas de poder muy concentrado, antes aptas para operar como correas de trasmisión de las órdenes presidenciales y que ahora sirven a los apetitos de los gobernadores autonomizados. También permanece una asignación de competencias que permite a los órganos del poder local ignorar lo que les conviene.

Un ejemplo de esas insuficiencias es la distinción decimonónica entre delitos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR