Dicta su ritmo el corazón

AutorJulieta Riveroll

Dos cuerpos en movimiento espiral se exploran a un ritmo acompasado. La quietud y la maestría de los bailarines para hacer del lento respirar su mejor aliado en las torsiones y el delicado trabajo de pelvis logran que esta escena, que alude a la primavera, sobresalga en la coreografía de la taiwanesa Lee-chen Lin (1950).

Esta imagen evidencia por qué la meditación es parte indispensable del entrenamiento diario de los intérpretes de la compañía Legend Lin Dance Theatre, que por primera vez se presentan en México.

Su directora artística se dice convencida de que esta práctica les confiere la sensibilidad y la concentración que requieren su danza y su vida cotidiana.

Quizá ese continuo meditar sea lo que hace hablar a Lin sin sobresaltos y creer que no hay obstáculo alguno para llevar al escenario hasta el más irreal de sus sueños. A partir de esa introspección concluye que el corazón es siempre lo que da pauta al movimiento, lo que dicta el ritmo que debe llevar.

La primera bailarina Bi-jue Tsay explica que al meditar encuentra la conexión con la tierra, lo que permite fluir al movimiento, como sucede en Himno a las flores que se desvanecen, la coreografía que hoy se estrena en el Palacio de Bellas Artes y que, según su creadora, está fuertemente influida por las enseñanzas budistas.

Las leyes de la naturaleza y del universo centran esta obra de la egresada de Danza por la Universidad Cultural China, el ciclo del nacimiento a la muerte que simboliza mediante el paso de las estaciones y la dualidad yin yang.

Algo del sello ritual de su danza le imprime también la coreógrafa a la rueda de prensa, que comienza con el sonido de la flauta, instrumento que anuncia el otoño en Himno a las...

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