Diario íntimo de Lulú Petite

La otra LulúLulú Petite

EL GRÁFICOQuerido diario: Eduardo me contrata porque dice que me parezco a una compañera de su trabajo de quien está enamorado y que, para colmo, también se llama Lulú. Como él es casado, mantuvo en secreto su amor por la Lulú de su oficina, pero se la vive suspirando por ella. Como en la vida real todo es platónico y apenas son amigos, me busca, para imaginar que ella soy yo.

Él tiene 53 años, es canoso, una ligera pancita, barba y bigote siempre impecablemente recortados. Es muy varonil y eso lo hace atractivo. Al entrar me saludó con un beso en la boca. Siempre es así, cuando llegó está tan caliente, que va a lo suyo. Apenas sus labios tocaron mi boca, llevó sus manos a mi culo.

Nos desnudamos camino a la cama. Ya bajo las cobijas, me besó el cuello y fue bajando hasta poner mis piernas sobre sus hombros, con sus dedos separó mi sexo y recogió con su lengua mi humedad, para comenzar a comerme. Lamía rico. Paseaba su lengua por mi hendidura y, de cuando en cuando, la metía por mi vagina.

De pronto tomó uno de los preservativos que yo había puesto a la mano y se lo colocó con prisa. Aún con mis piernas en sus hombros, pero ahora levantadas hacia el cielo, apuntó con cuidado su miembro y lo clavó en mí. No era tan...

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