Diario Íntimo de Lulu Petite

Bien grandoteLulu Petite

EL GRAFICOQuerido diario: A Roberto, en el amor, las cosas se le hacen bolas. Es muy enamoradizo y sensiblero. Buena onda y muy respetuoso, pero tal vez peca de ingenuo. Es todo un caso. Grandote, con cara de malo, espalda ancha, brazos de tractor, alto como catedral y de figura imponente, calvo a coco y con ojos de fuego; pero bajo ese gigante, está un hombre muy tierno e inocente como un niño, que se enamora como un puberto.

El jueves nos vimos y me contó que una chica nueva de su oficina lo trae de pompis. La chavita es unos diez años menor que él y, desde que la conoció, se volvió la inspiración de sus chaquetas. Según Roberto, todo parecía indicar que a ella también le gustaba mi amigo, o al menos lo entendió así él. Hasta que un día todo se aclaró. Lo típico: "Te quiero, pero como amigos".

Roberto no está feo, pero tiene algo que, tiro por viaje, lo manda a esa zona de frustración. Le dicen "me gustas", pero no como novio. Supongo que no se han dado el chance de conocerlo.

Tiene cosas que lo hacen muy atractivo, pero en una primera impresión intimida. Si le dieran chance, descubrirían que tiene un estilo particular de menearse en la cama, que ¡Wow! Te lleva al cielo. Creo que si llegara a la cama con muchas de esas que lo dejan en la zona amigos, se llevarían tan grata sorpresa que no lo dejarían ir, pero? lo malo es que no se dejan encamar.

Para ayudarle a olvidar su desilusión amorosa, entramos a lo nuestro. Nos besamos. Sus labios descubrían los míos con movimientos sensuales y delicados, primero despacito y muy suave, pero luego más fogosos.

Sus manos se deslizaron por mi cuerpo con pulso exquisito. Sus dedos, traviesos, se escurrieron por debajo de mi ropa y fueron despojando, botón a botón, todo mi cuerpo tembloroso.

Se me puso la piel chinita cuando empezó a chuparme las tetas, lamer mi ombligo. Hundí mis dedos en su cabellera y me dejé hacer lo que le vino en gana. Pequeñas descargas de placer se intensificaban a medida nuestro calor aumentaba.

Todo era sensaciones, gemidos, esa humedad vaporosa que generábamos y emanaba de nuestros cuerpos. Su boca encontró en mi cuello un detonante más. Sus besos me prendían y su respiración...

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