Diario Íntimo de Lulu Petite

Lo sentí muy duroLulu Petite

EL GRAFICOQuerido diario: Estaba en mi casa viendo la tele cuando sonó mi cel. El día había estado tranquilo. El que llamó se llamaba Abelardo. Quería saber más sobre mis servicios. Media hora después estaba en el motel. En el elevador me crucé con una pareja muy joven que se veía ansiosa por estar a solas. Se miraba con deseo y se veían en sus labios las ganas de comerse a besos. Pensé en lo bien que lo pasaría esa chica, con un hombre joven, descubriendo juntos los caminos del placer. Salí del ascensor y seguí directo al fondo, donde hallé el número de la habitación de Abelardo. Toqué y abrió.

Era calvo de la coronilla, y el cabello que conservaba lo tenía blanco y un poco largo. De buenas a primeras parecía estampita de Miguel Hidalgo, pero lucía elegante. Como si al padre de la patria lo hubieran pasado por una consultoría de imagen con Hugo Boss.

No era muy alto, aunque tenía porte. Tenía esos pequeños detalles que hacen a un hombre atractivo; un estilo formal y muy bien cuidado, además olía muy rico. Un hombre que huele bien es perfecto para besar y para acurrucarse. Llevaba una camisa azul muy bonita y un traje negro impecable.

Me miró con cierto morbo de pies a cabeza, como si cada parte de mi anatomía fuera una charola de un bufet y él buscara por dónde empezar. Incluso me miró a los ojos, como tratando de encontrar algo a través de ellos. Le sonreí y se dio cuenta de que me estaba poniendo un poco nerviosa. Entonces me sonrió y comenzó a contarme un poco de él. Estaba jubilado y felizmente divorciado. Quiso saber un poco más de mí y nos pusimos a conversar animadamente. Sin darnos cuenta, nos habíamos puesto más cómodos. Estábamos en la cama conversando como si fuéramos amigos de siempre.

?Acércate ?dijo de pronto con un tono seductor. Se le notaba la experiencia. Me besó en la boca. Su mano tomó la delantera y se plantó en una de mis tetas. Me acerqué más para que pudiera tocar mejor. La inercia hizo el resto.

Se sacó los zapatos y se acomodó en la cama. Lo ayudé a desabrocharse el cinturón mientras él me descorría la cremallera del vestido. Sus dedos eran deliciosamente expertos y amañados para hacer eso. Lo ayudé a despojarse de la camisa y le saqué el pantalón y la ropa interior mientras él me desabotonaba el sostén.

Finalmente liberados, nos volcamos sin más. Nos juntamos sin perder más tiempo. Estaba cachondísimo y listo para hacerlo. Se fajó el preservativo de un brochazo y se acostó encima de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR