Diario íntimo de Lulu Petite

Tócate las tetasLulu Petite

EL GRAFICOQuerido diario: Estoy en la posición que más lo pone. Pero es como si hubieran pausado el tiempo. Me duelen los codos, los muslos me hormiguean, empiezan a ?dormirse? los músculos y tengo ganas de estirar el cuello o como mínimo hacer lo que se supone íbamos a hacer.

La habitación es linda. He estado en este motel muchas veces, pero nunca en esta habitación. Mauricio trata de hacer lo suyo, pero no puede. Su herramienta no está cooperando. Se chaquetea insistentemente, al principio, desconcertado; después, desesperado. No lo veo bien, pues lo tengo detrás de mí, pero noto en el espejo su ceño arrugado, su moteado bigote realzando sus rasgos duros, su pecho hinchado, el lunar grande y café en su clavícula.

?Por favor, tócate las tetas ?me pide.

Al menos conmigo, no le había pasado esto. Siempre que me llamaba, íbamos, cogíamos y quedábamos para luego, satisfechos por haber realizado una transacción profesional y cachonda. Todo bien.

Pero en esta ocasión lo espero en cuatro, con ?la puerta abierta?, ofreciéndole el arco de mis nalgas alzadas. Apoya la otra mano en mi espalda y aprieta suavemente, sintiendo mis curvas, mis carnes, la temperatura de mi cuerpo. Sus ojos están cerrados.

Está tan concentrado que pareciera que va a salir levitando por la ventana.

Tengo el celular en la cama, relativamente cerca. Está en silencio, pero a la vista. Mientras me toco los senos, veo brillar la pantalla con notificaciones de mensajes. Uno es de Saúl, el amigo de Carolina con quien me acosté en la fiesta de Halloween, el otro es de Fernando, un nuevo pretendiente. Fernando trabaja con Luisa, mi otra amiga. Lo conocí en una reunión más bien aburrida. Estaba viendo la nada, en una silla a la deriva, cuando alguien me tapó los ojos por detrás y dijo que adivinara. Me zafé y volteé enojada, no me gusta que me toquen por sorpresa. Lo miré furiosa. Era un chavo al que jamás había visto en mi vida. Medio güero, ojos pequeños, cabello corto, guapetón. Él palidece y se disculpa porque me ha confundido con una amiga.

Lo vi tan avergonzado que se me pasó el enojo. Nos reímos. Estuvimos conversando un buen rato. Debo reconocer que me salvó la noche, la fiesta pasó de aburrida a agradable. Cuando nos despedimos, se lleva mi número privado de telé fono y la promesa de salir ?un día de éstos?. Todo le resultó tan redondo que comienzo a sospechar que el numerito ese de taparme los ojos y confundirme con otra era un montaje. Puro...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR