Diario Íntimo de Lulu Petite

?Tócame, me ordenó?Lulu Petite

EL GRAFICOQuerido diario: La primera vez que Gustavo y yo nos acostamos, él solamente sabía del sexo, gracias a los favores chaqueteros de su mano derecha.

Estaba recién graduado de un doctorado y a punto de meterse en los negocios, como su padre. Era un hombre tímido de treinta y pocos años, no feo ni guapo, con sobrepeso, pero tan inseguro y tan introvertido que a esa edad seguía virgen.

La pasamos de maravilla. Lo hizo muy bien, sin la torpeza de los primerizos. Se dejó llevar y sacó en mi cuerpo los besos, las caricias y la pasión de un hombre más experimentado. Me gustó.

Nos vimos varias veces en esa época. Tenía un estilo gracioso: cabello desordenado con una incipiente calvicie, de esas que no sabes si está un poquito pelón o tiene la frente muy grande, siempre usaba playeras de súper héroes que hacían destacar su barriguita y hablaba de películas raras y videojuegos. Era un nerd encantador. Nos dejamos de ver cuando se enamoró y consiguió novia.

Volvió a llamarme algún tiempo después. Su novia lo había terminado y estaba con el corazón maltratado, pidiéndome primeros auxilios. Esa noche, Gustavo estaba cambiado, ya metido de lleno en los negocios, con otro peinado, otra manera de hablar. En el sexo fue más apasionado. Se notaba que ya sabía lo que tenía y lo que quería hacer. Lo hicimos salvajemente.

Había pasado mucho tiempo desde esa última vez que lo vi, pero me llamó la semana pasada. Los cambios han sido impresionantes. Decidió ponerse mamado y se inscribió en un gimnasio. También se hizo un estilo más moderno, trae la cabeza rapada. Sigue con sus aficiones de nerd, pero de manera discreta.

?¿Tienes novia? ?le pregunté con inocencia.

Se le torció la cara e hizo ese gesto con la mano que quiere decir ?más o menos?.

Resultó que la chica que lo había dejado hace unos años, el amor de su vida, como decía él, estaba de nuevo en ella. Él ya la había olvidado. Pero bien se sabe que donde hubo fuego, cenizas quedan. De todos modos, ya no sentía lo mismo. Quería una relación abierta y pasar de ser el más enamorado, al menos enamorado.

¡Gustavote! Estaba encarpado, con la pala en ángulo, venosa y los aguacates colgando con todo su peso. El gimnasio estaba funcionando. Se le veía más definido y con mejor forma. Yo lo esperé sentada en la cama. Se me acercó desnudo, despampanante, y me pidió las manos. Alcé la vista y entreabrí los labios. Me tomó por los brazos y me acarició lentamente, hasta...

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