Diario de fatigas / De Stendhal a Segovia

AutorChristopher Domínguez Michael

Antes de Rousseau, según decía Charles Du Bos, el mundo interior era un secreto ante el cual sólo cabía levantar los hombros. El diario es, por ello, un género moderno que a veces consiste, singularmente, en una meditación sobre el hecho de escribir un diario. Tomás Segovia no es ajeno a esa redundancia: saca a colación, en la advertencia de El tiempo en los brazos (que serán reeditados en breve por Ediciones Sin Nombre y la Fundación para las Letras Mexicanas), a Stendhal, uno de los padres del género desde que se propuso, el 18 de abril de 1801 en Milán, día con día, escribir la historia de su vida, cosa que, como les ocurre a la mayoría de los escritores de diarios, no cumplió a cabalidad, es decir, diariamente.

Segovia nos recuerda algo que lo llenó de estupor, tratándose de Stendhal, el saberlo anotando, en la cara interior de su cinturón: "Hoy, día tantos de tantos, cumplí 47 años (o los que fueran). ¿Qué puede llevar a una persona que está bien lejos de ser un imbécil a escribirse a sí mismo semejante mensaje?". Tras rodear seductoramente a la cuestión, según su manera a la vez exasperada y machacona, el poeta hispanomexicano llega al centro del problema: "La frase 'Hoy cumplí 47 años' es el arquetipo de todo diario íntimo. Hay algo radicalmente inútil y monstruosamente redundante en contarse uno mismo lo que uno ya sabe...".

Habiendo declarado no comprender ese procedimiento, Segovia reconoce, bordeando la autocrítica, que cualquier persona dándose noticias sobre sí misma, así sean muy vagas y despersonalizadas y sea cual sea la forma que tomen, incurre en la redundancia stendhaliana. Trazar sobre el papel, además, cura, como...

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