Diario de Fatigas / La encuesta de Nexos

AutorChristopher Domínguez Michael

André Gide decidió, al darle forma autocrítica a su obra narrativa, distinguir a la novela propiamente dicha (en su caso sólo consideraba como tal a Los monederos falsos de 1927) de las formas más breves, narradas generalmente por un solo personaje, entre las que contaba, de su propia cosecha, El inmoralista (1902), La puerta estrecha (1919) e Isabel (1911), a las que calificaba como récits. Inclusive, consideró que Paludes, una narración más cercana a la vanguardia, pertenecía a un tercer género, sotie.

Los subgéneros gideanos vienen a cuento de la encuesta sobre las mejores novelas mexicanas realizada por Nexos para celebrar sus 30 años y cuyos resultados se dan a conocer en el número de abril de la revista.

Entre los libros más votados al menos dos, Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco (segundo lugar con 10 votos), y Elsinore, de Salvador Elizondo (cuarto lugar con siete votos), no son propiamente novelas sino récits, relatos de 68 y de 82 páginas, respectivamente.

El problema es que, en español, las expresiones relato o novela corta o nivolas (como llamaba Unamuno a las suyas) no han tenido gran fortuna y, por el contrario, por novela se entiende actualmente casi todo, incluidos los melodramones que en mi infancia se conocían como "telenovelas" y que, en algún momento que me perdí, se quedaron en novelas a secas.

Es natural, finalmente, que los amigos de Nexos se hayan abstenido de complicar su convocatoria con restricciones académicas que hubieran desanimado más aún a los votantes, apenas el 48 por ciento de las 123 personas que recibieron su boleta por correo.

Creo que el abstencionismo, en este caso, se debió en buena medida a que hemos perdido la costumbre de ir al correo a franquear nuestras misivas.

Una encuesta por correo electrónico hubiera sido más concurrida, pero habría carecido de las salvaguardas que, nada menos que José Woldenberg, actual director de Nexos, diseñó para garantizar la limpieza de un proceso cuya pompa y circunstancia me hizo sentir nostalgia de los años dorados del IFE.

Los resultados de la encuesta dicen, entonces, algunas cosas sobre el ánimo de esta muestra representativa de electores literarios. En primer término que, para la mayoría de ellos, casi cualquier texto de ficción en prosa es novela, lo cual es toda una conclusión estilística de lo que fue el siglo veinte. En segundo lugar, se advierte la dispersión del voto, fenómeno ya destacado por mi colega José Joaquín Blanco en el ensayo...

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