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La Calle Diario de un Espectador / Mentiras de familia

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Vincent

En la publicidad impresa y a la hora de transmitirla (domingo 20, 22.30 horas) la cinta se llamó Mentiras de familia. Pero en la página del Canal 22 en la red la presentaron como Secretos de familia. Y en realidad se llama El espíritu de Brooklyn. Tal confusión en el fondo no importa porque los televidentes se beneficiaron con una película bien hecha, filmada hace diez años por Frank Rainone.

Se han hecho seguramente decenas de cintas sobre la mafia italiana en Nueva York, hábito fílmico que ha tenido momentos cumbre como los tres episodios de El padrino. Como en esa novela de Mario Puzzo, en la película de Rainone un personaje principal es un capo, un individuo sin escrúpulos que además de todo es hipócrita pues oculta los verdaderos extremos a que puede llegar.

La cinta es también una historia si no de amor, sí de enamoramiento. El personaje principal es Alfonzo Stanco, conocido por todos por su apócope, Al, en cuyo papel figura Vincent Spano. Es un muchacho baterista, que se gana la vida en tocadas ocasionales, con un conjunto que actúa en fiestas. Hace bien su trabajo, pero como lo diagnosticara Gabriella tan pronto aparezca en escena, le falta pasión. No la posee tampoco en otras facetas de su vida, por ejemplo cuando ayuda a una especie de tío que lo protege, Danny Parente, interpretado por Danny Aiello, un actor estereotipado en papeles de villano, a lo que su cara ayuda mucho Al vive con su tía Rose, hermana de su madre muerta, en un departamento de tres plantas en Brooklyn. Él va y viene a sus diversiones y su trabajo, que incluye encargos peligrosos de Parente. Por ejemplo, lo contrata para asaltar un camión que saldrá de una bodega cargado de abrigos de mink. El atraco parece haberse logrado sin complicaciones: Al y su amigo Nickie, un oligofrénico capaz de toda clase de violencia, se acercan al almacén, hacen disparos al aire, se asustan los estibadores que abandonan el camión con su preciosa carga y los jóvenes bandoleros pueden subir tranquilamente y...

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