La Calle Diario de un Espectador / Ceremonia de compromiso

Cada uno de ellos se hallaba fuera de su casa, de su patria, cuando se encontraron. Jóvenes ambos, en la edad en que la vida florece por primera vez, asaltados por la ternura y la pasión del amor inicial, resolvieron unirse. Lo hicieron ante sí, que es lo importante. Pero decidieron que los suyos, sus padres, sus hermanos, sus amigos, atestiguaran su felicidad en una ceremonia de compromiso. No una boda a la usanza tradicional, de un rito establecido, sino abriendo a los cuatro vientos del espíritu las fórmulas que consagran una unión.

La madre de ella tiene la fortuna de estar rodeada de amigas entrañables, que practican una fraternidad acrisolada en las duras y las maduras. Entre las varias cofradías de que forman parte, una principal es el Club del ágata rosa, reunido en torno de una piedra proveniente de Yemen, que prodiga su energía para aminorar males y acrecentar dichas, como la que derramaba el sábado anterior sus iridiscencias, sus aromas, sus tañidos.

Ella menudita y grácil, largirucho él, y atento; inteligentes fuera de lo común ambos, fueron como debe ser los protagonistas de la ceremonia, para la que escogieron el marco espacioso y espléndido del San Angel Inn, vecino al museo-estudio de Diego Rivera. Como restaurante, que es su advocación más conocida, el San Angel Inn ofrece salas amplias y luminosas, una elegancia señorial y la música, el servicio y la comida que cuadran a esas calidades. Pero más allá de los sitios disponibles para el público en general, incluido un pequeño jardín diligentemente conservado, se explayan salas de reunión privada y generosos espacios verdes, jardines que tienen el encanto de los que son secretos y la la luz de los abiertos.

En el principio era el Verbo, afirma la Biblia. Y sobre esa base se erigió en esta ceremonia un edificio de palabras, una de las mayores expresiones del espíritu. Fueron convocados para decir la suya poetas de todos los tiempos, desde Salomón hasta Xavier Villaurrutia, de San Pablo a Gibrán Jalil Gibrán, de Nicos Kazantzakis a Nazario...

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